Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El final de 'Amar es para siempre' se hace un 'Cuéntame cómo pasó'

Final de 'Amar es para siempre'.
Final de 'Amar es para siempre'.
Atresmedia
Final de 'Amar es para siempre'.

El final de Amar es para siempre ha recordado en formato más evidente al de Cuéntame cómo pasó. Es más, muchos pensaban que Cuéntame cómo pasó iba a terminar como, al final, ha concluido Amar es para siempre. Si la mítica serie de TVE cerró con la aparición en los televisores de la tienda de electrodomésticos del barrio la icónica cabecera del primer episodio, en la de Antena 3 algunos personajes han terminado su historia haciendo una quedada en El Asturiano para ver empezar la telenovela en el televisor del bar. Tal cual. Eso sí, en este serial ha existido un discurso emocional más evidente, que ha recalcado con cero sutilidades el sentimentalismo que merece tal momento. Es lo que tienen las series diarias, que subrayan en demasía todo. Como pensando que el espectador a la mínima se pierde. 

De hecho, este tipo de producción está creada para que si pegas una cabezada sigas entendiendo la trama del capítulo cuando despiertes.  Amar es para siempre ya es historia de la tele, continuación de Amar en tiempos revueltos que fue antes un gran éxito en las tardes de Televisión Española. Tras años de culebrones de sobremesa que se quedaban en los clichés de ricos malos y pobres buenos, infidelidades y muchos sexismos, apareció en 2005 un serial que hablaba de emociones más próximas a través de la vida de los ciudadanos de la España en blanco y negro de la Guerra Civil y los años posteriores.

En todo este tiempo,  el sello Amar ha ido sumando años y ganando en color. Mucho color en estas últimas temporadas. Una serie agradable de ver, sabiendo mantener claves clásicas de una producción diaria. Como su sintonía inicial, que se regodea en la alegría de la música y sus actores. La cabecera es el equivalente al saludo del público en el teatro, generador de una poderosa implicación entre el respetable y la obra. Aunque, sobre todo, en este tipo de ficciones son esenciales la pluralidad de tramas bien presentadas.

Así Amar, en sus dos vidas, ha sido una gran cantera de intérpretes. Ha dado la primera gran oportunidad a jóvenes actores, ha recuperado a grandes rostros en la pantalla y todos, juntos, se han curtido en la frenética dinámica de grabación de una ficción diaria, que no es nada fácil por la rapidez de rodaje. Mejor simular un ataque de tos si no estás a gusto con cómo está quedando la secuencia para que se pueda repetir la toma o, de lo contrario, la interpretación quede ahí para la posteridad. Porque en una diaria no siempre hay tiempo para mimar los detalles.

Quizá, por eso mismo, el desenlace definitivo de Amar es para siempre ha ido al trazo grueso, al seguro, incluso al obvio, con discurso como colofón que podría ser una nota de prensa de cierre de la producción. Con Manolita, Itziar Miranda, despidiéndose mientras comenzaba la serie en el televisor del bar: "yo sólo espero que refleje el amor que nos tenemos. Un amor que será para siempre".  Entonces, la emoción en sus ojos probablemente no era interpretación, olía más bien a despedida de 19 años de vida trabajando en una historia que demostró que los seriales podían hablar con más empatía de nuestra sociedad, la sociedad real.

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