Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La emocionante reflexión de Javier Sardá sobre Rosa María Sardá en 'Crónicas Marcianas: el reencuentro'

La llamaría. Hay días que la llamaría.
Javier Sardá recordando a Rosa María Sardá en 'Crónicas Marcianas: el reencuentro'
Javier Sardá recordando a Rosa María Sardá en 'Crónicas Marcianas: el reencuentro'
Mediaset
Javier Sardá recordando a Rosa María Sardá en 'Crónicas Marcianas: el reencuentro'

"La llamaría. Hay días que la llamaría. Hay gente que te haces la idea claramente de que se ha muerto. Con Rosa, como tengo tantos programas de televisión, tantas películas y obras de teatro que están online, no la pierdes del todo". Javier Sardá recuerda a su hermana Rosa María Sardá en el reencuentro de Crónicas Marcianas

"La llamaría" para pedirle consejo. Paz Padilla le mira atenta. Se queda sumergida en las palabras del periodista. "Fíjate, es lo contrario. Muchas veces piensas que recordar y ver duele. Sin embargo, a ti te hace tenerla siempre presente", reflexiona la cómica en el plató donde brillaron las noches de Telecinco durante ocho años, entre 1997 y 2005.

"La llamaría" resume el sentimiento con aquellas personas que dejan tanto legado en nuestras vidas que siempre seguirás preguntándote "cómo lo harían". El aprendizaje en común con ellas continuará ayudando a ordenar ideas, incluso a intentar solucionar mejor las incertidumbres.

Rosa María Sardá no pisó demasiadas veces el estudio de Crónicas Marcianas. Pero la cultura de Javier Sardá va estrechamente unida a la manera en la que comprendía el mundo su hermana. 

Ahora que se habla mucho en horarios de máxima audiencia de límites del humor crecientes, ahora que en el reencuentro de Crónicas Marcianas muchos incidían que había gags que se producían en el late night que serían impensables en la televisión de hoy, revisitar los programas como Ahí te quiero ver y galas de los Goya de Rosa María Sardá ayuda a percatarse de que no toda la comedia envejece mal cuando pasan los años.

La corrosión de Rosa María Sardá continúa vigente. Al final, es una actriz dramática con el arte de la ironía inteligente. Nunca se reía de nadie, su sátira se sostenía en el compromiso con una sociedad. Esa era su habilidad. Con ella, no había mofa. Simplemente nos reíamos de cómo somos a través de la conciencia crítica que nos despierta a golpe de las travesuras de la complicidad. Y nos seguirá despertando. Tan difícil, aunque Rosa María lo hiciera tan fácil. Hoy, Javier Sardá no la puede volver a llamar, no. Pero siempre, todos, podemos seguir viéndola, escuchándola y sonriéndola. 

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