Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El peligroso 'coach' que llevamos dentro

Paz Padilla en 'Sálvame'
Paz Padilla en 'Sálvame'
Mediaset
Paz Padilla en 'Sálvame'

Opinar de todo no es obligatorio, pero lo parece. El auge de las redes sociales ha impulsado la percepción de que todo es opinable y que incluso debemos opinar de todo. No es nada nuevo, en la última década llevan ejerciendo esta 'obligación opinativa' los medios de comunicación, donde la opinión gana al análisis. Incluso en los informativos, en los que hasta se aplauden 'zascas' del propio periodista replicando con gracejo al protagonista de la noticia. Y dar una noticia quizá no sea sinónimo de dar la puntilla. Simplemente es contar la historia desde el aporte de la perspectiva de los contextos. Y que el espectador extraiga sus propias conclusiones.

En redes sociales y en la televisión se lleva más de una década poniendo todo a debate constante. Sentamos cátedra por encima de nuestras posibilidades. Ni con una pandemia se ha aprendido que, cuando no hay certezas, ciencia o estudio, dar rodeos sobre un asunto sólo provoca especulación. Es el resultado de un estado de ánimo viral que contagia todo: redes, prensa, televisión. De hecho, hay presentadores que se meten a 'coaches' para asesorar desde sus perfiles públicos. Aunque no tengan preparación para ello. Dan consejos emocionales. Y para ganar visibilidad con sus consejos, hablan con todo tipo personas que dicen 'ayudar'. Pero sin una criba profesional, en esas entrevistas se cuelan los bulos, los traficantes de sentimientos y los trileros de la emoción.

Esos programas de videntes que llenaban teles locales piratas en los noventa han quedado atrás y se han abierto nuevas vías para engatusar a la gente que no está pasando un buen momento. Ya no se necesita la liturgia de la bola de cristal, nos hemos sofisticado. Solo bastan los discursos positivistas de 'autoayuda'. Tanto, que hay personalidades públicas que se contagian, olvidan el cometido que les ha otorgado la popularidad y también quieren influir con su opinión.

Paz Padilla es el claro ejemplo de una mujer que levanta el share cuando se deja llevar por su incontrolable travesura de cómica y que, en cambio, está dejando atrás su sentido del humor y da la sensación que necesita imponer modos de vida a la audiencia. En la manera de afrontar la muerte, en cómo solucionar problemas familiares o en temas sanitarios. En 'Sálvame' todo encaja, pero detrás de este cambio del humor al 'coaching', probablemente van unas circunstancias personales que le han hecho creer que estos discursos son útiles para el público. Le han hecho creer que es una especie de coach social.

"La vida no es una frase de taza. Hay tantas posibilidades, tantos matices, tantos contextos en aquello que nos causa conflicto."

En los últimos días, por ejemplo, ha saltado líneas rojas en varias ocasiones. Primero, en una entrevista con Anne Igartiburu en la que hizo dudar de la eficacia de la vacunación que nos está salvando en esta sexta ola, aún con la mirada perpleja de María del Monte, que allí estaba en videollamada a tres. Y, después, este martes, resumiendo un conflicto familiar en 'Sálvame' con la superficial proclama de que 'el amor lo puede todo', una frase que se puede malinterpretar desde una televisión. Porque hasta el amor tiene límites. El amor no lo puede soportar todo.

Si indagamos en el contexto de la conversación, la situación empeora aún más. "Los encerraría en una habitación y les diría 'decid todo lo que tengáis que decir, pero hasta que no os digáis te quiero no saldréis de aquí'. Solamente hay que decir te quiero y olvidar. Porque si vivimos con el rencor, no se vive. Hay que decir te quiero. Y vivir el presente. El pasado ya no existe. Ese es mi consejo", recalca Padilla en 'Sálvame' como as en la manga para solucionar un complejo conflicto familiar de Rocío Carrasco y su hija, con sentencia de maltrato entre medias.

Cuidado con lanzarse a predicamentos simplistas que, en realidad, son tóxicos para la sociedad. La vida no es una frase de taza. Hay tantas posibilidades, tantos matices, tantos contextos en aquello que nos causa conflicto. Pero para Paz Padilla todo es fácil y se arregla con una frase de taza. Parece querer convertirse en una presentadora que predica. "Sin amor no mereces vivir", dijo en otro momento. Son sus nuevas perlas hacia una audiencia, que obviamente es inteligente pero quizás puede creérselas. O querer creérselas, como la propia presentadora.

Padilla pelea por propagar su forma de ver la vida con unos argumentos altamente simplificados. Bueno, así suele ser 'Sálvame', se podría decir. Pero también, de esta forma, se va distanciando del propio programa que presenta, pues parece estar progresivamente fuera de las tramas del espectáculo y no entender el enfoque de los contenidos. Sus consejos en tono imperativo desconciertan a la audiencia, porque se dicen de una forma que rompe la espontaneidad de 'Sálvame'. Los suelta, cuando no vienen a cuento, creando un silencio incómodo en el plató.

Vivimos rodeados de aplicaciones, tutoriales en Youtube y directos en Instagram de supuestos coaches con tantas pseudopsicologías y otros simplismos de Mr. Wonderful a los que es fácil agarrarse en malos tiempos. Incluso para sentirse más fuerte que el resto. Pero de un presentador de televisión se debería esperar un poco más de conciencia social, de no reproducir lo que no está contrastado, de no simplificar lo complejo, de saber que lo que dices puede afectar a alguien que no vive tu vida, sino la suya propia de la que no tienes ni idea. No, aunque digas muchas veces te quiero, no te van a querer si no quieren hacerlo. Sí, sin amor por supuesto que mereces vivir. Aunque Paz Padilla te diga lo contrario.

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