Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Cuéntame y los lugares que salvan

Difícil contener la lágrima al ver pasar veintidós años de trabajo y vida de Pablo Rivero delante de nuestros ojos. Su estirón desde la edad del pavo a la madurez nos desarma.
Toni y Antonio Alcántara volviendo a la tierra.
Toni y Antonio Alcántara volviendo a la tierra.
RTVE
Toni y Antonio Alcántara volviendo a la tierra.

"Hazle caso a tu padre. Descálzate. Y pisa la tierra, hijo, písala. Písala bien. Esta es la tierra, Toni. Nosotros venimos de aquí. Pero no porque hayamos nacido en Sagrillas, no, es porque todo lo que somos nosotros, todo lo que tenemos dentro, nos lo ha dado ella. Todos los minerales, hijo, que tenemos. Hay que mezclarse, todo esto viene desde el Big Bang, hijo. Todo. Las sales, la vida, esa electricidad que tenemos en el corazón que hace que nos conectemos con el universo y que, aunque estemos dormidos, respiremos. Todo eso, viene de la tierra, hijo. Písala bien, como si la abrazaras. Luego, algún día, cuando tengamos que decir chao pescao, el cuerpo nos pedirá tierra. Volveremos a la tierra".

Antonio y Toni Alcántara restriegan sus pies con la tierra. Como se bañan las gallinas, pero entre viñas. El padre ha arrastrado al pueblo a un hijo desmotivado. Sabe que allí cogerá aire. Con las décadas, Antonio ha aprendido que hay lugares que salvan. Y no por sentimientos identitarios surgidos de la casualidad de nacer en un sitio u otro del mapa, sino porque, tal vez, regresar nos lleva a tiempos en los que éramos menos reticentes y más despreocupados.

La vida gira, vuelve, revuelve. A menudo, hasta nos obliga a reencontrarnos con nosotros mismos. Y la cuenta atrás hacia el final de Cuéntame cómo pasó ha cogido carrerilla con este capítulo número 409 dedicado a Toni, abrumado por las expectativas profesionales que motivan, enganchan y, a la vez, frustran. A él, y a los que le quieren.

Difícil contener la lágrima al ver pasar veintidós años de trabajo y vida de Pablo Rivero delante de nuestros ojos. Su estirón desde la edad del pavo a la madurez nos desarma. Ya no somos los mismos, aunque queramos seguir bañándonos en la playa con la sonrisa de su adolescencia.

Maldito Cuéntame, qué bien cosidas sus tramas para llevarnos a las emociones reales, las que nos tocan de lleno. De cuando somos jóvenes y creemos que podemos cambiar la realidad con el sencillo gesto de pintarnos las manos de blanco. Y la cambiamos. De cuando vamos envejeciendo y las vehemencias nos atoran. Y nos dividimos. De cuando el mundo pega acelerones. Y sufrimos el vértigo de sentir que nos estamos quedando atrás. De cuando la experiencia te acaba diciendo: "a veces, no compensa". E intentamos relativizar. Aunque sólo sea un ratico. De cuando las generaciones tienen memoria. Y se la intercambian. Para no "olvidar con facilidad". Para que al caer de nuevo, al menos, sepamos levantarnos algo mejor.

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