Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La contradicción de la crítica de C. Tangana a 'OT' en 'Lo de Évole'

C. Tangana y Jordi Évole.
C. Tangana y Jordi Évole.
Atresmedia
C. Tangana y Jordi Évole.

La madre de C. Tangana hablando por teléfono con Jordi Évole es lo más espontáneo del primer capítulo de la nueva temporada de Lo de Évole. El programa de La Sexta nos ha invitado a sumergirnos en la vida del artista C. Tangana intentando enseñarnos a la persona que llaman Pucho. Y, como es habitual, el equipo de Évole ha logrado una experiencia de periodismo que no se queda en el hablar, también sabe de la importancia de filmar los detalles. Aunque, esta vez, el formato no ha conseguido extraer a Pucho de Tangana. Tal vez porque a Pucho ya se lo ha comido Tangana y, como consecuencia, el espacio de Évole muestra ese momento en el que has tocado la cima del éxito y te sientes infinito. Incluso superior. Esa ambición desmedida que el propio Tangana interpretó cantando 'Un veneno' en el plató de Operación Triunfo. Lo hizo como alegoría, explica a Évole. Y, de paso, juzga y sentencia el concurso musical más famosos de la tele española, que le sirvió para que más gente le conociera. Incluido Évole. Todos somos contradictorios.

La historia de vilipendiar a la tele popular se sigue repitiendo, se ve. Aunque ya suene antiguo, a 2001. Operación Triunfo sólo es una plataforma para artistas, y ahora hay muchas, que encima entretiene a unos espectadores que se sienten conectados con personas, con canciones, con vivencias y con emociones. ¿Qué tiene de malo? ¿Es malo que se llama 'triunfo'? ¿Acaso todo el capítulo de Lo de Évole con Tangana no ha sido un dibujo de un vida de lujo de un triunfador? Hasta explicando el gasto de 2.000 euros en ropa para sentirse cómodo en 'El Hormiguero', un programa que nació en el mismo polígono donde se originó Operación Triunfo. De nuevo, somos contradictorios.

"Yo creo que una persona que va a Operación Triunfo, que no se llama Operación Cante ni Operación Música, creo que va sobre el éxito, no va sobre la música, el arte o el artista", justifica Tangana en la entrevista. Como si unos chavales de 20 años llegaran a tal reflexión, sólo buscan un lugar para encontrar una oportunidad. Y la encuentran con esos focos que empujan. De hecho, minutos después, Tangana elogia el valor del éxito al recordar que le sacó de trabajos basura. "Siempre he tenido un sentimiento narcisista de hacer cosas que trasciendan", recalca al rato. Pues como los concursantes de OT. Pero la 'T' de 'Triunfo' de Operación 'Triunfo' no la compra. Parece que nunca superaremos las miradas con desdén a la televisión de masas, a esa televisión que ve mucha gente y, como es popular, se hace de menos. Aunque luego vayamos a sus programas, claro. Aunque no saludemos a su presentador, que no te ha hecho nada, para sentirte que no eres uno más. Aunque estás ahí, en el mismo engranaje. Otra vez, somos contradictorios.

Al final, de eso va este capítulo de Lo de Évole. De un niño que quiso ser artista, que quiso ser diferente. Lo consiguió, ser artista. Artista único. Talentoso músico. No obstante, luego, al bajar las escaleras del escenario, todos nos igualamos más de lo que pensamos. Tan distintos, tan idénticos, a pesar de que todos no luzcamos de misma manera en una entrevista de más de una hora. No todos atesoramos la disección dialéctica de la vida curtida de Maruja Torres. No todos contamos con la generosidad de compartir sin ir de nada de Estopa. Tangana puede interesar por gran desconocido, aunque la conversación en el programa es plana y se echa de menos su música. Quizá por desconfianza. Quizá por juventud. Quizá por querer ser trascendente.

Quizá por eso mismo no le gusta OT: la cámara en primer plano delata. Y es lo que le ha sucedido con Évole. La búsqueda impostada de la cercanía, hasta reconociendo que sufre a veces síndrome del impostor, queda rebatida por la imagen en plano corto que nos desnuda al captar la honesta expresividad de la comunicación no verbal. Y en Lo de Évole la cámara ha transmitido esa chulería de la seguridad de cuando te sientes un genio y degustas la sensación de ser especial sobre todos los demás. Y no pasa nada, eso también es una radiografía maravillosa del arte. Y no pasa nada, en tres años la realidad quizá te coloque de jurado en La Voz u Operación Triunfo. Y no pasará nada, en esos programas están demasiado acostumbrados a relativizar que la tele se aceche como algo menor. Aunque siga siendo un altavoz mayor, al que acuden hasta los que la reniegan. Porque las personas somos contradictorias. 

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