Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El sabio consejo sobre el alcohol de Loles León a Eva Soriano

Loles León y Eva Soriano en Showriano.
Loles León y Eva Soriano en Showriano.
Movistar Plus
Loles León y Eva Soriano en Showriano.

Tú me has dado uno de los mejores consejos que he recibido en la industria del entretenimiento”, agradece Eva Soriano a Loles León en la última entrevista de Showriano en Movistar Plus: “Un día estábamos maquillándonos María Peláe y yo, y bebíamos una copa de vino antes de entrar a currar. Y nos pilló Loles, y nos dijo: ‘qué hacéis, no cojáis esto como una rutina porque cuando trabajas no debes de beber o asociarás la bebida con el trabajo'”.

Eva Soriano rememora con naturalidad esta anécdota que sucedió durante las grabaciones de Tu cara me suena. Aunque, en realidad, no es una simple anécdota. Está poniendo en la palestra un problema cultural normalizado: cuando la copita se vincula a la costumbre laboral, un peligro que puede provocar una dependencia que en el arte se parapeta detrás de la excusa de la desinhibición.

El alcohol te lleva a un mundo falso y, entonces, cuando bajas del escenario, ya no sabes qué has transmitido, ya no sabes qué ha pasado”, explica Loles que subraya: “El escenario y el público es una comunión pura”. Rotunda, sincera y con el único edulcorante de la alegría, Loles León regala una frase para enmarcar que deja pensando a través de una tele en la que tradicionalmente lo fácil es ir de moderno fardando de los excesos que cometes. Ella, en cambio, despierta conciencia crítica desmontando las naturalizadas trampas de la civilización del brindis.

Es la fuerza de Loles León al aparecer en pantalla: huye de eufemismos, comparte sus emociones desde la gracia de la pasión que, también, conoce la palabra respeto. Esta transparente espontaneidad siempre ha hecho a Loles más libre. A los espectadores, también. Aunque algunos, desde sus ojos de un país que se hacía el moderno pero era bien mojigato, reducían aquello a una mera provocación para llamar la atención. No lo veían, claro, pero Loles estaba descosiendo corsés y desmontando otros moldes que oprimían.

Por eso conectó tanto con Raffaella Carrà, pues ambas se parecían en la capacidad de ser generosas con la audiencia, incluso a la hora de compartir dudas, risas, imperfecciones, ideales, inconformidades y mordacidades. Muchas mordacidades. Y así ha vuelto a suceder con Eva Soriano con la que también Loles León hace ‘match’ en sonrisas, empatías y desvergüenzas. Y las dos lo mismo han charlado de cuando Loles actuó delante de Madonna (y Madonna no fue muy educada, que estaba muy subida), que lo mismo han reflexionado sobre deseo y sexo a partir de los setenta, visibilizando lo que todavía muchos no se atreven a verbalizar. Loles León no tuvo esos tabúes antaño, no los va a tener en 2024. Su arrolladora llaneza es un talento que une hasta cuando abruma y ha sido la mejor forma de bajar el telón de Showriano. Escuchar las historias de una mujer curtida como Loles León ilumina de vida una multipantalla llena de influencers expertos en posar, aunque no se han percatado de que (aún) no tienen qué contar. Y no pasa nada. Nadie nace sabiendo.

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