Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La cancelación de 'Showriano': la evolución del programa de Eva Soriano define el problema de Movistar Plus

Eva Soriano en Showriano
Eva Soriano en Showriano
Movistar Plus
Eva Soriano en Showriano

Movistar Plus debería aprender más de la edad de oro de Canal Plus y menos de las redes sociales. Sus shows de entretenimiento están sucumbiendo a la era del podcast y la plataforma está perdiendo la seña de identidad de atraer a un público que se siente huérfano de la experiencia de una televisión diferente. E incluso está dispuesto a pagar por ver televisión. Al menos, si se ofrece un contenido de inspiración. Y no una sucesión de clips pegados intentando convertirse en virales. Para eso, no hace falta pagar una tele de pago.

Showriano empezó en su primera temporada con buenas intenciones. En el principio de cada capítulo, hasta Eva Soriano se tomaba su tiempo para bailar su sintonía en la discoteca que se le había montado, después hacía un monólogo a su manera y, luego, el programa iba creciendo de una entrevista principal al final feliz de una sección como colofón. El espectador podía empatizar con colaboradores como Miguel Maldonado, Lalachús y Fran Pati e incluso con los integrantes del cuerpo de baile. 

Todos eran protagonistas. Todos tenían nombre propio. Se repetía la dinámica infalible del late show clásico, que está testada durante décadas y es calcada en medio mundo con pequeñas variaciones. Y ha envejecido bien, pues ya por sí sola se adapta con soltura a las nuevas narrativas: un late se puede ver del tirón en la tele tradicional o por partes en las redes sociales gracias a que son programas que se estructuran en bloques de espacios cortos, donde coge fuerza el gag listo para disfrutar en directo y compartir en diferido. Esa fuerza también la atesoraba Showriano con una mirada actual. El problema ha estado en que el arco argumental del programa en sí se ha ido desvaneciendo hasta ser un rato de cosas pegadas, más pensadas para consumir por trozos que para animar el disfrute de sintonizar el show al completo cada semana.

La buena televisión de pago es la que congrega todos los matices que no caben en una storie de Instagram".

Como consecuencia, en su última temporada, Showriano, que ha reducido su duración, casi no ha respirado en la tele. Hasta ha eliminado el aplauso final del público. El programa ha perdido su arco narrativo, rebajando sus transiciones, sus preliminares y apoteosis, más allá de hacer un videoclip final para luego subirlo a Instagram. No hay un hilo argumental orgánico en plató, no se aprovecha la gran escenografía, no hay una relajación del espectáculo. Como pasaba con Lo más plus, que era otro late show que no se emitía en late night. Con su entrevista central, con su cuidada atmósfera escénica y con sus píldoras en modo de secciones que desengrasaban el ritmo de cada entrega a la vez que armaban mejor la identidad de un formato que había que ver entero para degustar más la cita televisiva. De hecho, Lo más plus siempre intentaba terminar en alto con un colofón de guion en el estudio. Así propiciaba en el ojo del público la ilusión de quedarse hasta el final. Algo iba a terminar pasando tras 50 minutos de entrevista, ironía y conversación. 

Lo más plus era una propuesta televisiva que sabías que no te iba a dar ninguna otra cadena de televisión. Sin embargo, si todo se parece a un podcast a cachitos, para qué pagar una plataforma si repite las dinámicas de la obsesión por la anécdota rápida que se podrá ver en TikTok. La viralidad es un aliado para visibilizarse, pero el centro de una plataforma como Movistar Plus debe estar en la creación de historias que consolidan públicos fieles y no instantáneos. Públicos dispuestos a invertir en una plataforma así porque anhelan la celebración de la inspiración más profunda, ya sea desde la inteligencia de la comedia o desde el conocimiento del divulgativo. Porque la buena televisión de pago es la que congrega los matices que no caben en una storie de Instagram.

Y se nos olvida a ratitos, fascinados por ser influencers del like que no es lo mismo que ser cómplices de la comunicación. Forzar el reclamo viral es más difícil que intentar un programa con una buena premisa del que saldrán por si solos varios instantes para compartir después en redes. Pero hasta la retransmisión de los Oscar de Movistar parecía, por momentos, un podcast del chascarrillo en donde había algún que otro protagonista estelar más pendiente del lucimiento de mostrarse a sí mismo que de aportar conocimiento para sacar punta a la ceremonia. La audiencia quiere contextos de lo que está pasando en el teatro de Hollywood, demanda expertos que sepan escuchar y proporcionar perspectiva contrastada en riguroso directo. El cuchicheo vacío incordia al público potencial de esta emisión, pues está más pendiente de subir un clip chistoso propio a redes que de comprender a los premiados. Un retrato de nuestro tiempo, en el que hasta la tele más adulta termina cayendo en la necesidad de validación de la edad del pavo.

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