Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El boom de los documentales sobre Hitler, un éxito de audiencia que se nos va de las manos

Hitler conlleva éxito de público, así que hay documentales sobre Hitler de todos los tipos, medidas y tamaños. Lo que provoca una perversa situación.  
Adolf Hitler.
Adolf Hitler.
WIKIPEDIA
Adolf Hitler.

Adolf Hitler sube la audiencia. Es una realidad. La propaganda de Joseph Goebbels no sólo manipuló a la población, también creó un atrayente icono maquiavélico para la posteridad. El género del documental lo sabe, y lo explota. Hitler conlleva éxito de público, así que hay documentales sobre Hitler de todos los tipos, medidas y tamaños. El ascenso de Hitler, la caída de Hitler, la ingeniería de Hitler, el oro de Hitler, los refugios de Hitler, el médico de Hitler, la casa de veraneo de Hitler, el tren de Hitler, el búnker de Hitler, las adicciones de Hitler...

El problema es que la documentación existente sobre el líder Nazi es finita y está tan exprimida que no parece que exista mucho nuevo donde indagar, así que empieza a notarse la literatura en los programas que intentan estirar el clicle de 56 años de vida relatados durante las últimas ocho décadas de mundo. El interés que despiertan este tipo de especiales provoca que se dé luz verde a proyectos que sólo inflan lo que ya se ha contado mil veces. Pretenden buscar otro prisma, pero probablemente no existan más prismas. Al menos, de momento. 

Como consecuencia, los datos se repiten en los documentales y, al no existir más certezas, brota la especulación en donde el magnetismo del culebrón devora la precisión que demanda el tratamiento de la historia del cruento dictador. A veces, hasta da la sensación que su ministro de propaganda, Paul Joseph Goebbels, sigue escribiendo el relato para dibujar un magnetismo eterno, como ambos soñaron. Los tintes novelescos desbancan al rigor.

El terror nos engancha. Pero cuidado con utilizar artes del reality show a la hora de tratar episodios de nuestra historia que no fueron ficción, sucedieron en la realidad y los sufrieron millones de personas que perdieron su vida. Y eso a ratos parece que se olvida, entre anécdotas que romantizan situaciones.

Qué importante es la memoria para que la historia no se repita. Aprender de cómo nos aturdieron, cómo nos cegaron, cómo nos dominaron desde la ideología que apaga el espíritu crítico. Las técnicas de manipulación del nazismo siguen vigentes. La manera en la que los nazis arrasaron con el poder se asentó en ir cargando el ambiente de estigma social. Lo hicieron en las calles, en la publicidad, en las lonas que colgaban de las fachadas, en los medios de comunicación.

No había redes sociales, tampoco televisión. Pero utilizaron la propaganda para deshumanizar al ciudadano a odiar hasta convertirlo en una cosa. El objetivo es que el resto de la población no sintiera pena por aborrecer. Eran capaces de abstraer a las personas, borrar su nombre de pila y reducirlas a un conspiranoico ente, colectivo, clan o lobby con fines oscuros. Y así conseguían enemigos inexistentes apresar todo el poder.

Esta técnica sigue intacta, intentando repetirse cien años después. Aunque la sociedad es otra, ahora estamos rodeados de impactos audiovisuales que también aturden hasta invitar a deshumanizar al prójimo desde detrás de la pantalla. Y no siempre lo vemos, a pesar de haber visto tantos documentales sobre Hitler y sus maneras de actuar. Quizá es el reportaje que falta: cómo las técnicas del culebrón para encontrar nuevas tramas en la vida de personajes de los que ya se ha contado todo, muchas veces y de muchas formas, pueden hacer que mitifiquemos incluso al terror.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento