Borja Terán Periodista
OPINIÓN

'Bailando con las estrellas': el error y el acierto de Telecinco en el sábado noche

El talent show se despide atropelladamente y deja a medias al espectador.
Jesús Vázquez teniendo que terminar 'Bailando con las estrellas' de manera apresurada por falta de tiempo.
Jesús Vázquez teniendo que terminar 'Bailando con las estrellas' de manera apresurada por falta de tiempo.
Mediaset
Jesús Vázquez teniendo que terminar 'Bailando con las estrellas' de manera apresurada por falta de tiempo.

La insistencia de la constancia es una de las claves del éxito de la televisión tradicional. En el nuevo Telecinco lo saben. Y lo están ejerciendo. Han recuperado cierto orden en la hora de emisión de sus grandes apuestas de programación. Así el espectador las ubica en las rutinas de su memoria.

En Telecinco los jueves siempre toca reality, los viernes se mantiene el corazón y los sábados se ha asentado un gran espectáculo de entretenimiento. Primero con Got Talent, ahora con Bailando con las estrellas y, después, pinta que con el retorno de Factor X

La paciencia es un camino para fidelizar públicos. A pesar de que mantener un programa en la noche de los sábados supone padecer el efecto de acontecimientos como el Benidorm Fest o, esta semana, Los Goya. Bailando con las estrellas sufre el varapalo de estas dos citas que generan competitivas audiencias y conversación social a través de la emoción colectiva.

Pero ahí sigue Jesús Vázquez aguantando el tipo con sus celebrities concursando bailando. El aliciente del talent de baile es que se produce con el nervio del directo que siempre otorga la adrenalina de la imprevisibilidad a la emisión. El problema es que la estética del show y sus correspondientes coreografías no terminan de lograr actualizarse a la mirada de la sociedad de hoy.

Bailando con las estrellas sigue instalado en el compás de los bailes de salón de cuando se estrenó en 2005. En España llegó una versión particular, Mira quién baila, en ese mismo año. La manera de relacionarnos con la música y el baile ha cambiado mucho desde entonces. Las redes sociales permiten que ni siquiera se necesite una pista de baile para que cualquiera muestre al mundo sus intentos coreográficos. Pero Bailando con las estrellas continúa atado a géneros más encorsetados, lo que merma el gancho del programa con la evolución de las semanas. No acaba de entrar por los ojos. Falta show, falta humor, sobran enjuiciamientos.

Tampoco ayuda el caos a toda prisa que transmite el programa. Una de las cualidades de Mira quién baila estaba en que se tomaba sus tiempos y siempre solía acabar con la sensibilidad de un primer plano del ganador (en este caso debería ser el eliminado) de la noche celebrando su victoria. Así se creaba un vínculo entre espectador y protagonista. Si el espectador conecta con la empatía final volverá la próxima semana. Sin embargo, los desenlaces de este show siempre son apresurados en un gran plano general hacia ninguna parte en el que es imposible ver la expresión de los concursantes. Y, en televisión, la emoción se narra en primer plano.  Esta última semana, de nuevo, el juego acabó con sensación de ir atropellados y ni pudieron bailar los dos nominados para ver quién se marchaba, posponiéndolo al próximo día y dejando a medias al espectador.

Entrega a entrega, el programa no engancha y se va desgastando con la colateral ayuda de los acontecimientos mediáticos que atesora La 1 de TVE.  Pero Telecinco no duda y no mueve Bailando con las estrellas. Sabe que su porvenir está en ir aguantando con talents shows en ese día y en esa hora para que su sábado noche sea referencia social de prime time de espectáculo. La historia está en que quizá hay que atreverse más a formatos del mercado creativo de hoy y no reproducir éxitos que ya vienen desgastados. Porque se estrenaron en el mundo de los años 2000 y ya estamos en la España de 2024.

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