Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Álvaro Mayo y su gesto en la expulsión de 'OT 2023' que define su futuro

Álvaro Mayo y Paul en el momento de la expulsión de Álvaro en OT
Álvaro Mayo y Paul en el momento de la expulsión de Álvaro en OT
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Álvaro Mayo y Paul en el momento de la expulsión de Álvaro en OT

Ya casi lo hemos olvidado, pues todo va tan rápido que los recuerdos se esfuman. Pero Álvaro Mayo casi ni llega a entrar en la academia de OT 2023. Se hizo un Britney Spears en la gala cero, pero su Baby one more time no le dio pase directo a la escuela. Lo que nos hubiéramos perdido: talento en constante evolución unido a un compañerismo sensato, sin rimbombancias ególatras y con honestidades constantes que han servido de pegamento para la convivencia de todos los concursantes. 

Porque ha sido uno de los alumnos más maduros dentro de la ilusión de la juventud que es el alma de OT, esa magia de la inconsciencia de cuando aún te crees infinito. Sí, ahí está el éxito de Álvaro Mayo. Tan joven y tan inteligente sabiendo mantener los pies en la tierra sensata hasta cuando está inmenso dentro del fervor de OT, donde oyes que grita demasiada gente tu nombre, que te quieren achuchar, que todos quieren ser tu amigo...  Y, claro, entonces, lo más fácil es desorientarse, creérselo y quedarse completamente perdido. 

Cuando Álvaro ha sabido que se iba  ha abrazado a Paul. Y ya. Antes ya había reconocido a Chenoa que había ido asomando la ansiedad, pero también que no había permitido que le impidiera degustar su actuación sobre el escenario de la gala, interpretando I want love. Objetivo logrado. Y se ha ido con un gesto que dice todo sin necesidad de sobreactuar nada: ha salido del plató con su característica sonrisa en la boca, como diciendo "pues ya estaría, hemos gozado todo esto". 

Al final, OT sólo es una oportunidad. Poderosa oportunidad. Los participantes se aseguran una base de fans que les permitirá crecer por muchos derroteros. Ahora más que cantantes salen con la fuerza de influencers virales. Los que mejor llevarán la transición de la resaca de la burbuja de la tele a la contradictoria realidad donde las expectativas vuelan serán aquellos que relativicen la fama instantánea que sólo genera frustraciones. Un difícil equilibrio que Álvaro Mayo ha hecho hasta ahora, representando a esa parte de la juventud de 2023 que no se esconde en eufemismos e intenta ser como son. Nada fácil, porque en este tiempo no sabemos muy bien si somos lo que somos o lo que las redes sociales nos invitan a ser para lograr una perversa validación a golpe de cariñitos en forma de 'like'.

En estos meses, Mayo ha crecido en la academia sin perder esa luminosa identidad propia frente a expectativas ajenas. Y eso conlleva elegir caminos más difíciles, como ha sido la actuación de esta noche. Un síntoma de inteligencia que ha demostrado desde el primer día en la academia. Incluso no guardándose las vulnerabilidades debajo de alfombras. Las ha compartido, en eso también representa cómo ha cambiado la sociedad desde el primer OT hasta la actualidad. Sin temer el viejo qué dirán que llamaba flojos a aquellos que no iban las 24 horas del día de héroes. Los artistas también dudan. Y menos mal. O serían bots. Todos somos flojos. O casi todos. Vivan los flojos. 

"Da vértigo salir", ha verbalizado Álvaro Mayo antes de abandonar el plató. Se nota que tiene un sano recorrido mental hecho. Se nota que ya ha meditado que nada será igual desde ese instante en el que toca salir al mundo exterior y enfrentarse con la montaña rusa de sentir el triunfo, la frustración, la soledad y el temor ante un futuro complicado, no con las mismas oportunidades y apoyos para todos. La vida misma.

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