Borja Terán Periodista
OPINIÓN

8 instantes inolvidables de los Oscar: cómo sobrevivir a una gala de premios con arte

Katharine Hepburn en pijama, en su única aparición en los Oscar.
Katharine Hepburn en pijama, en su única aparición en los Oscar.
20m
Katharine Hepburn en pijama, en su única aparición en los Oscar.

Qué difícil es recoger un premio en una ceremonia como los Oscar. Con todo el nervio de la pompa, con toda la tensión del sentirse escrutado delante del público, compañeros y nominados, Muchos con cara de póker, intentando disimular el disgusto de quedarse sin estatuilla frente a una cámara que les está haciendo un transparente primerísimo plano.

Y, claro, en estas galas siempre se repiten los mismos errores, las "gracias" eternas y previsibles a padres, primos y amigos invitan a la desconexión de la capacidad de atención del espectador. Porque cómo se recoge un premio es un medidor de talentos. Al final, las grandes estrellas son también aquellas que logran dar la vuelta al ego de un agradecimiento hasta convertirlo en un acto de generosidad, ya sea compartiendo una experiencia que aporta al público, ya sea descolocando sus expectativas con creatividad, ya sea creando un gag como una secuencia de una peli, ya sea dejando fluir lo incontrolable de la emoción hecha carisma.

1. El discurso más corto.

Tres segundos empleó Joe Pesci en agradecer su Oscar como actor secundario por Uno de los nuestros. "Es un honor, gracias", dijo Pesci. Y se fue. Ya podrían aprender muchos de nuestros ganadores del Goya...

2. El tercero para España.

Tras Volver a empezar y Belle Epoque, Pedro Almodóvar ganó el tercer Oscar para España con Todo sobre mi madre en el año 2000. Se lo entregaron Penélope Cruz (al grito del icónico e inolvidable ¡Pedrooooo!) y Antonio Banderas, y el agradecimiento del manchego pasará a la historia por su extravagante inglés macarrónico con tanto nombre de vírgenes y santos... El mundo quedó mirándonos, pues aprovechó el "gracias" para seducir con el costumbrismo de nuestras raíces. 

3. El Oscar de Julia... Roberts.

La protagonista de Pretty Woman logró al fin la preciada estatuilla por su trabajo en Erin Brokovich. Ese año, 2001, la Academia prometió regalar un equipo de televisión a quien hiciera el discurso más corto. "Ya tengo tele, así que voy a emplear un buen tiempo en deciros algunas cosas, que no sé si volveré a estar aquí arriba", zanjó Roberts al arrancar un carismático discurso en el que no faltaron unos cuantos gritos eufóricos.

4. Benigni saltarín.

La edición de 1998 fue la noche de Roberto Benigni, su La vida es bella logró tres Oscars. El primer Oscar que se anunció fue el de Mejor Película Extranjera. Sophia Loren gritó "¡Roberto!", y Roberto casi llegó al escenario saltando sobre las butacas y casi pisándole la cabeza al mismísimo Steven Spielberg.  La imagen se ha quedado en la retina de varias generaciones.

5. Drexler se salió con la suya.

En 2005, la canción de Jorge Drexler Al otro lado del río, de la película Diarios de motocicleta, fue nominada al Oscar, pero la Academia consideró que el cantante no era lo suficientemente conocido por el público americano como para interpretar él mismo su canción durante la gala en directo, tarea que fue encomendada a Antonio Banderas. Pero Drexler acabó ganando el Oscar, subió al escenario y entonó un trocito de su canción. Quien ríe el último...

6. En pijama.

Katharine Hepburn ganó cuatro Oscars, pero no acudió a recoger ninguna de sus estatuillas. Su única aparición en la gala tuvo lugar en 1974 para entregar el Premio Irving G. Thalberg al productor Lawrence Weingarten. Acudió vestida con un pijama en denuncia de la frivolidad de este tipo de ceremonias. Valió por todos los agradecimientos que nunca necesitó dar. Todo el mundo en pie:

7. Disgusto no disimulado.

Todos sabemos que en la gala hay que aparentar buen perder. Cuando se dice el nombre del ganador o la ganadora, los perdedores saben que están en el punto de mira del espectador por lo que se deshacen en sonrisas y aplausos que demuestren que se alegran de la victoria de su compañero. A menos que te llames Bill Murray, claro. Mirad su cara cuando le ganó Sean Penn en 2004:

8. Crear un musical con el Oscar en brazos.

Al final, los largos agradecimientos no son el problema de las galas de premios. Sólo dependen del carisma de quien recoge el Oscar. Con ustedes, Stanley Donen:

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