MARIO GARCÉS. EX SECRETARIO DE ESTADO DE SERVICIOS SOCIALES E IGUALDAD
OPINIÓN

Entre los muertos

Mario Garcés.
Mario Garcés.
20MINUTOS.ES
Mario Garcés.

"¡Mierda!". Esta fue la solemne palabra que Walt Whitman exhaló en el momento de espichar, a sabiendas de que las últimas voces de un hombre deben ser la síntesis de nuestra fugaz vida. Poeta blasfemo, detestaba el ejercicio físico continuado, como el mismo Sabina, el del Atleti, quien contestó a un tontaina que le preguntó si había pisado alguna vez un gimnasio: "¡Yo soy un caballero! ¿Por quién me toma?".

No en vano la tumba de Whitman es objeto de veneración, y hasta de irreverencia, pues el mismo Homer Simpson maldice la tumba del bardo norteamericano en un episodio de la serie. Dicen en ETB que Springfield fue fundada por vascos y que "los propios Simpson son vascos". Tan vascuences son que hay un equipo de sokatira en la central nuclear o que el señor Burns juega partidos de cesta punta. Y al inglés me remito, que tumba se dice "grave".

Lo realmente grave es, para el mismo Garcés, el del Athletic, la situación del equipo, pues bien haría la directiva en buscar en tierras de Oregón un refuerzo en el mercado de invierno. Si no, la muerte es más que probable y acabaríamos exclamando "kaka", que no es un jugador brasileño, sino la traducción al euskera del grito terminal de Whitman.

Andaba yo pensando entre muertos y vivos, esperando a Jesucristo, cuando, a bocabarra y a bocajarro, leo una noticia de actualidad en Holanda: "Los liberales de izquierda, miembros de la coalición de centro-derecha en el poder, quieren actualizar los entierros para que sean sostenibles". Cuando estaba todavía recuperándome de la lectura del sujeto de la frase, que nos anticipa lo que nos viene encima en España, reparé en el predicado.

Porque la diputada liberal pensante propone tres alternativas a la cremación: la hidrólisis, en la que el cadáver se introduce en un cilindro de acero a presión con una mezcla de hidróxido de potasio y agua a altas temperaturas; el compostaje, para descomposición de forma natural hasta convertirnos en humus; y la criomación, un procedimiento basado en inmersión del cuerpo en nitrógeno líquido y posterior pulverización. Tras la lectura de este artículo, he tomado la firme decisión de no morir.

En España andamos desenterrando cementerios de película en Burgos, allí donde se rodó El bueno, el feo y el malo. Sad Hill fue levantado por el ejército español en 1966 para una de las mejores escenas de duelo, o trielo, del cine jamás rodadas. El nombre de la colina bien podría haberse reservado para el Valle de los Caídos, hablando de alzamiento de muertos, donde también se libra un duelo. Y bien podría Tuco, uno de los protagonistas, repetir aquella antológica frase: "El mundo está dividido en dos partes, amigo, los que tienen la cuerda al cuello y los que la cortan".

España tiende siempre a mirar a sus muertos, sin reparar que en la vida a cien años que nos espera los muertos están vivos y coleando. Somos nosotros. Por eso, habrá que acabar como se empezó, deseando mierda, pero mucha, para el nuevo año. Y que Dios o Sergio Leone nos ampare.

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