Helena Resano Periodista
OPINIÓN

La agonía del mar Menor

Peces muertos en playas del mar Menor, en la zona de Villananitos y La Puntica, San Pedro del Pinatar (Murcia).
Peces muertos en playas del mar Menor, en la zona de Villananitos y La Puntica, San Pedro del Pinatar (Murcia).
EFE
Peces muertos en playas del mar Menor, en la zona de Villananitos y La Puntica, San Pedro del Pinatar (Murcia).

La imagen era para echarse a llorar: toda la orilla de la playa llena de peces muertos, gambas, lubinas, anguilas, crustáceos... Una imagen un tanto apocalíptica y que nos recordaba, una vez más, que nuestro mar Menor se ahoga. Lleva años lanzando un SOS, pero hemos preferido ignorar los muchos síntomas de alarma que iba lanzando.

En 2016 fue el primer aviso, el agua se volvió completamente verde. Unas microalgas impedían que entrara la luz, matando a la fauna marina. Poco antes, una plaga de medusas gigantes de un color marrón cubría prácticamente toda la superficie. Pero por mucho que las asociaciones ecologistas, los pescadores y los vecinos de la zona pidieran ayuda, todo siguió igual, hasta este fin de semana.

Varias playas de Lo Pagán y de San Pedro del Pinatar aparecieron con miles de peces y crustáceos muertos en la orilla. Peces que viven pegados al fondo marino y que han muerto por asfixia. Las últimas tormentas habían arrastrado demasiada agua dulce hasta el mar Menor, agua que además arrastraba fango y que ha acabado por darle la puntilla a una fauna agónica. Esa nueva capa de agua se quedó en la superficie e impidió que el agua se oxigenara. Pero aunque este ha sido el detonante final, la DANA de hace unas semanas no es la causa del problema, por mucho que algunos se empeñen en señalarla como única culpable.

El mar Menor es una laguna única en Europa, con un ecosistema especial, que hemos disfrutado y agotado hasta llegar a este punto. Una política de urbanismo desordenada, una ausencia de regulación en el tipo de regadíos, en la apertura de pozos ilegales, en la proliferación de desaladoras también piratas...

La sequía en los años 90 abrió la veda para que todo aquel que pudiera y quisiera se buscara la vida para llevar agua hasta sus tierras. Sin ningún tipo de control se empezaron a verter sobre el mar aguas contaminadas con fertilizantes, vertidos que se iban filtrando de los regadíos y que gota a gota han ido matando al mar Menor.

Desde el fin de semana están intentando paliar la situación con medidas de urgencia, oxigenando el agua, removiéndola para que esa capa de agua dulce se disuelva. Pero saben que es como poner tiritas a una hemorragia que amenaza con colapsar al paciente. Hacen falta medidas estructurales, políticas que sirvan para revitalizar la zona y no precisamente construyendo más. No cabe un puerto marítimo más, no cabe un barco de recreo más, no cabe una urbanización más.

Los vecinos y los pescadores de la zona piden ayuda. El olor de peces muertos con el que han convivido estos días es la pesadilla que temían vivir. Ahora solo falta que ese hedor llegue hasta los despachos de quienes toman las decisiones y se pongan por fin a trabajar. El mar Menor agoniza.

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