Ni la ONU, que llega tarde en su petición de alto el fuego a Israel y a las facciones palestinas; ni Biden, que ha vacilado; ni Europa, desdibujada, han estado a la altura desde que estalló el conflicto en Oriente Próximo. Por fin, se ha impuesto la urgencia de lo que el secretario general de la ONU ha definido como «un ciclo desquiciado de sangre y terror». La pandemia agrava las grietas de la llamada comunidad internacional justo cuando es más necesaria.
OPINIÓN17.05.2021 - 06:08h
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