Rebeca Marín Periodista y escritora
OPINIÓN

Pan para hoy y hambre para mañana

Un estante para botellas de agua vacío en un supermercado en Nueva York (EEUU) ante la llegada del huracán 'Irene'.
Un estante para botellas de agua vacío en un supermercado en Nueva York.
EFE
Un estante para botellas de agua vacío en un supermercado en Nueva York (EEUU) ante la llegada del huracán 'Irene'.

En estos tiempos en los que la realidad es una película de ciencia ficción, me acuerdo de mi abuelo Fale más que nunca. Tenía en Segovia una de esas panaderías de barrio que eran centro neurálgico, donde no solo se dispensaba pan, sino todo lo necesario para la vida diaria. Desde unos garbanzos o jabón, hasta unas risas, un abrazo o una charla, todo, al peso. Un lugar donde la vida confluía como en la plaza de un pueblo y mi abuelo era el alcalde más querido.

Cerraba a las tres los domingos, pero siempre venía una vecina a última hora, pidiendo una barra de pan cuando todo estaba vendido, y entonces mi abuelo, sin dudar ni un segundo, le daba una de las nuestras, ya comeríamos nosotros unos bollos o pan de otro día, lo importante era el cliente, el vecino, el amigo, que entonces y allí, eran el mismo. Pero también recuerdo las quejas de mi abuelo cuando empezaron a abrir grandes supermercados cerca y algunas vecinas dejaron de venir, augurando un futuro distinto, crudo y no solo para su negocio.

Lejos de caer en la nostalgia facilona o romantizar el pasado, sí abogo por la responsabilidad y el equilibrio

Hoy, cuando veo esta realidad apocalíptica con una pandemia, las amenazas de desabastecimiento de comida para Navidad, la falta de chips, la carencia de gas, de combustible o la preocupación por el calentamiento global del que se habla ahora en Glasgow, me pregunto qué diría mi abuelo. Lejos de caer en la nostalgia facilona o romantizar el pasado, sí abogo por la responsabilidad y el equilibrio. El que perdimos hace tiempo en la balanza capitalista en la que estamos subidos.

Pan para hoy y hambre para mañana, eso solo, si ibas a la panadería de mi abuelo, porque cuando se llega tarde al supermercado o a los problemas en la vida, es más bien hambre para hoy y también para mañana. 

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