Los países convierten la COP26 en un campo de batalla geopolítico ante las ausencias de Rusia, China y Turquía

Angela Merkel, en la COP26 en Glasgow.
Angela Merkel, en la COP26 en Glasgow.
EMILY MACINNES / POOL
Angela Merkel, en la COP26 en Glasgow.

El clima, sí, pero no solo el clima. Los países ven la cumbre climática COP26 que ha arrancado este lunes en Glasgow como una forma de posicionarse en el escenario geopolítico, y hacia eso han conducido partes de sus mensajes ante la ausencia de tres 'díscolos' como son Rusia, China y Turquía. Mientras, tanto Estados Unidos como la Unión Europea tratan de asumir el liderazgo de la lucha contra el calentamiento global ante la dejadez de Xi Jinping, Vladimir Putin y Recep Tayyip Erdogan.

Se han hecho numerosos anuncios y reclamos en la primera jornada de la cumbre, pero el trasfondo es puramente estratégico, por encima de las cuestiones relativas al cambio climático. Los actores quieren posicionarse en un mundo cada vez más cambiante. Tanto es así que el propio Putin ha buscado contraprogramar a la COP al anunciar que Rusia invertirá entre un 1,5% y un 2% de su PIB en reducir en un 80% sus emisiones de gases de efecto invernadero hasta 2050 en comparación con los niveles de 1990, según la nueva estrategia adoptada por el Kremlin. Erdogan, por su parte, se cayó del cartel a última hora según dijo "por cuestiones de protocolo". Pero el pulso ya está echado.

A Xi Jinping ni se le espera. China ha enviado emisarios de segundo nivel y el Gobierno ha reiterado su compromiso con la lucha climática y ha pedido "más ambición a los países desarrollados", pero nada más. Y ese es uno de los grandes problemas para el camino que han escogido la mayoría de países en cuestiones climáticas: de nada vale fijarse metas ambiciosas si dos de los países más contaminantes se bajan del barco. Esa exigencia a los rebeldes debe estar sobre la mesa, tal como expresó el presidente francés, Emmanuel Macron, que pidió a los países "con más emisiones" que se marque "objetivos más ambiciosos". No lo dijo, pero los destinatarios de esas palabras fueron Moscú y Pekín.

Estados Unidos está en el otro lado. Biden no es Putin ni Xi, ni tampoco es Trump. "No tendría que pedir perdón, pero voy a hacerlo", dijo sobre la retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París durante el mandato de su predecesor. Eso deja buena cuenta de los planes de la Casa Blanca. Que EEUU quiere volver al multilateralismo es un hecho, pero falta por ver a qué ritmo. 

Biden quiere que estos días de cumbre sean "decisivos" para aclarar el porvenir, pero de momento el actor más avanzado en materia de lucha contra el cambio climático es la Unión Europea. Declaró la emergencia climática, cuenta con el Pacto Verde Europeo y vigila con lupa los retos futuros. Hablar de potencia puede ser excesivo, pero sí va con ventaja. "Esta es nuestra oportunidad de hacer historia. Hagamos todo lo que sea necesario para limitar el calentamiento global a 1,5 grados. Europa no escatimará esfuerzos para convertirse en el primer continente climáticamente neutro", dijo la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. Ser líderes en este sentido equivale también a posicionarse en el mapa geopolítico. 

"No tendría que pedir perdón, pero voy a hacerlo [por la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París]"

En el caso de España, Pedro Sánchez anunció el compromiso de España de aumentar un 50% su aportación al Fondo Verde del Clima hasta llegar a los 1.350 millones de euros anuales a partir de 2025. Este fondo se nutre de aportaciones a los países en desarrollo por parte de los más industrializados para ayudarles a adoptar medidas que favorezcan la lucha contra el cambio climático, y el compromiso de la comunidad internacional es destinar anualmente a ese objetivo unos 86.000 millones de euros.

Angela Merkel, por su parte, instó a los países a elevar sus objetivos de reducción de emisiones porque el ritmo actual no permite llegar "a donde hay que estar". Merkel, además, quiere medidas "más ambiciosas" de cara al futuro, tiene claro cuál es el camino a seguir. Para ella, los países ricos "tienen especial responsabilidad" en liderar el recorte de gases nocivos y deben cumplir su promesa para que los países menos desarrollados se unan a la lucha climática.

El anfitrión, Boris Jonhson, quiere potenciar el papel del Reino Unido -que arrastra los estragos del brexit- y arrancó la cumbre pidiendo a los países "creatividad, imaginación y voluntad" para cambiar "irrefutablemente" el rumbo del planeta porque la realidad actual "no es una película de James Bond". El primer ministro británico, de hecho, hizo un símil entre el cambio climático y una película de 007, explicando que en la lucha por el clima siempre se está tratando "desesperadamente de averiguar de qué color de cable tirar" para apagar el detonador.

Están la economía, el comercio, la defensa y la seguridad. Y también la lucha climática. Tiene que plantear objetivos concretos, pero se ha convertido, además, en una herramienta estratégica. En una nueva carrera por encabezar cómo será el planeta del futuro. La COP26 busca servir para que los líderes pasen de las palabras a los hechos, pero puede ser también una oportunidad para que los actores cojan posiciones en el escenario internacional. Ya sea por acción, como EE UU o la UE, o por omisión, como Rusia o China.

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