OPINIÓN

Dura elección y esperanza de futuro

La manifestación estaba rodeada de muyahidines fuertemente armados.
La manifestación estaba rodeada de muyahidines fuertemente armados.
EFE
La manifestación estaba rodeada de muyahidines fuertemente armados.

No todos experimentan el dolor de la migración de la misma manera. Migrar causa un dolor que no se puede expresar, especialmente cuando la huida no se desea y se hace para sobrevivir en busca de un futuro mejor. 

Todo el mundo tiene una historia diferente del día de su escapada. Al reunir esos relatos de nuestros últimos días en nuestro país podemos leer el dolor del otro en los ojos ajenos.

Estos dolores son inolvidables y los llevamos con nosotros mismos allá donde vamos. Es el dolor de la migración. Tuve la oportunidad de compartirlo con una familia afgana que me invitó a cenar en su casa. Allí, juntos, recordamos nuestros buenos tiempos en Afganistán y compartimos cómo vivimos los últimos días en nuestra patria. Fue un ejercicio muy interesante pero también muy doloroso.

Banafsheh es una niña afgana de 27 años. Estaba muy interesada en la obstetricia y estudió durante muchos años. Se graduó y trabajó en un hospital. Su historia fue una de las que escuchamos esa noche. Contaba que estaba en el hospital cuando escuchó que los talibanes también habían tomado Kabul. En ese momento le preocupaba cómo sería el camino de regreso a casa, si se tendría que enfrentar a los talibanes en la carretera, si estos le azotarían.

Banafsheh compartió con nosotros sus miedos a los talibanes. Relataba que en cada puesto de control donde estaban sentía que capturaban su alma, que se le paraba el corazón. En cada puesto de control temía no llegar a Kabul con vida. Me pregunto si esto lo sentía todo el mundo que intentaba huir a la capital.

Recordamos nuestros buenos días en Afganistán y compartimos cómo vivimos los últimos días en nuestro país"

En mi caso, cuando llegué a España, comencé una nueva vida. Agradecida con el Gobierno español por ayudarnos y salvarnos la vida, ahora tengo que empezar de cero. Aprender un idioma diferente para avanzar en la vida. Estos días están siendo muy duros. Echo de mucho menos mi patria, ojalá pudiera volver, pero no puedo por la culpa de los talibanes. Regresar a mi patria es como ir al borde de la muerte. Esto es muy doloroso para mí y mi familia.

Volviendo a Banafsheh, hace dos años que se comprometió, pero explicaba entre lágrimas que su futuro marido está en Afganistán. Para ella es difícil estar lejos de él. Le amarga la vida. No sabe cuándo podrán volver a estar juntos. ¿Cuánto tiempo debe esperar? ¿Cuándo terminará su paciencia?

Al igual que Banafsheh, miles de niñas afganas viven en la miseria. Miles de afganos huyeron de sus hogares en Afganistán tras la caída del régimen en agosto y sufren problemas psicológicos.

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