Borja Terán Periodista
OPINIÓN

La escuela de Almudena Ariza: lecciones maestras de una periodista del Telediario

Almudena Ariza en Kiev
Almudena Ariza en Kiev
RTVE
Almudena Ariza en Kiev

Almudena Ariza es una de las periodistas más veteranas de la actual TVE y, sin embargo, su periodismo se respira rigurosamente joven. Más joven que muchos jóvenes. Quizá porque, en los últimos tiempos, se ha puesto el foco en el periodismo de conexión estática en directo. El comunicador se coloca en un punto fijo y recita la información al mundo. De memoria. A veces, ante tal predicamento, ni siquiera es necesario comprender aquello que se está explicando. Se sueltan los datos, no se divulga. El informador está en el epicentro de la noticia, pero necesariamente no ha indagado sobre el terreno. Podría haber dicho lo mismo sin salir de la redacción. Lo que cuenta lo ha visto en su teléfono móvil.

Almudena Ariza, en cambio, representa al periodismo clásico que sabe encontrar las historias allá donde pisa. No sólo corre al hotel en el que están todos y es capaz de pararse en el recorrido, pues está atenta a lo relevante que pasa desapercibido o queda en un segundo plano. Y no necesita memorizar nada, simplemente argumenta desde el entendimiento sembrado en el trabajo previo.

Estos días, como enviada especial a Ucrania, Ariza visibiliza la relevancia de una televisión pública con autores capaces de dar con temas propios que ponen rostro a la tragedia. Es el valor de RTVE: la elaboración por encima del teletipo. Ariza es una de las caras emblemáticas de Televisión Española, pero no es una periodista protagonista. Sus reportajes son reconocibles por su excelencia.

Y su profesionalidad también es ejemplo de que la vida es trabajo en equipo. Hay un diálogo visual constante con el cámara, Alfonso Lozano, que también está escuchando con instinto y mirada propia lo que narra Ariza. De hecho, la cámara se mueve con Ariza, todo el rato. Palabra e imagen están conectadas, están vivas, están al mismo nivel autoral. La imagen huye del plano convencional para matizar cada detalle que se está narrando. 

¿Quién dijo que TVE se estaba quedando atrás en narrativas? Esa compenetración de Almudena Ariza y Alfonso Lozano consigue reportajes con el rigor del periodismo clásico y con la versatilidad del mundo audiovisual de hoy. Una sinergia perfecta, pues estas piezas no repiten lo de todos y consiguen un didáctico resultado que con el tiempo irá ganando valor documental como radiografía más profunda de aquello que está sucediendo. Eso es el oficio de reportero que traspasa, el servicio público de trasladar al espectador al contexto de la noticia gracias a una combinación de credibilidad, pedagogía, implicación, curiosidad y autoría. Sea en una rueda de prensa o en una guerra. En cualquier ámbito noticioso, te puedes quedar en el titular urgente de replicante o en el encuentro de la historia en primer plano, que es la que perdurará cuando logra enfocar lo vital que suele dejar desenfocado la veloz información instantánea que nos rodea.

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