Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El periodismo político y cómo sucumbió a las técnicas de la prensa del corazón

Isabel Díaz Ayuso
Isabel Díaz Ayuso
EP
Isabel Díaz Ayuso

Los programas de actualidad política han aprendido de dinámicas tradicionales de la prensa rosa para atraer mejor la atención del espectador. Lo llevan haciendo años, pero desde el auge de las redes sociales son los propios políticos los que también indagan en técnicas de comunicación del reality show para movilizar a sus votantes potenciales a través de la emoción que nubla la razón. Así se construye una población creyente más que una ciudadanía con espíritu crítico. Así hay políticos que multiplican su popularidad no por su capacidad de gestión, sino por su cualidad para indignar, enamorar o hasta su facilidad para ser parodiados.  Y los programas de televisión narran la actualidad con engranajes del entretenimiento más que con la precisión del periodismo clásico.

Colaboradores habituales, reconocibles y polarizados

Kiko Hernández o Belén Esteban. Marhuenda o Eduardo Inda. Los debates de actualidad, al igual que Sálvame, han estado años sosteniéndose en tertulianos estrella, que son muy identificables para el público. Es más, consiguen que esa audiencia tome partido. A favor o en contra de ellos, pues despiertan simpatías u odios. Son más que contertulios, se han transformado en personajes televisivos para ensalzar o demonizar desde el sofá de casa. 

El problema está cuando el periodista se transforma en pintoresca figura de trinchera. Así se provoca un descrédito de la credibilidad del periodismo en conjunto, pues la audiencia ha asumido que hay periodistas de un bando u otro al asociarse al informador popular a un colaborador de tinte ideológico, que cambia de veredicto dependiendo del argumentario del partido que representa. Eso no es periodismo, eso es una portavocía. 

La actualidad como cebo

Los programas informativos también han caído en la incorporación de cebos que adelantan con una importante carga dramática los temas que están por llegar. Como en el viejo Aquí hay tomate en estos formatos de actualidad queda poco hueco a la sorpresa, todo se va anunciando. Y con grandilocuentes bandas sonoras de fondo. Porque la información no se divulga, a menudo se presenta como una venta efervescente y planteada para camelar la pasión del público. De nuevo, la emoción gana a la razón.

"Si la información sólo es show nos quedamos en el chascarrillo que se olvida tan rápido como 'incendió las redes'"

La realidad se nos expone como una ficción. Lo que facilita su consumo distendido porque no se asiste a la 'última hora' con la implicación y el compromiso de que el contenido nos afecta diariamente en nuestra vida cotidiana.  Se observa más como los dimes y diretes de la prensa rosa en la que el público se siente hasta mejor consigo mismo al divisar las miserias ajenas del otro y pensar que no le va tan mal. El bálsamo del cotilleo clásico, vamos. 

Estirando el chicle

Los programas son más extensos que nunca. Véase Sálvame o La Sexta Noche. Con el mismo coste se rellenan más horas de programación, lo que además favorece más competitividad en audiencia. Las cadenas hace tiempo que descubrieron que con un debate bien articulado pueden completar horas y horas de parrilla. Lo malo es que al estirar tanto el chicle hay un instante en el que se acaban las certezas y se comienza con la especulación. El show business zampa al rigor. 

El corazón y la política deberían ser dos universos muy diferentes, casi antagónicos. Uno representa el entretenimiento de la indiscreción y otro debería centrarse en la grandeza de la buena gestión, pero ambos ámbitos se tocan porque giran desde el mismo epicentro: los sentimientos. Pero, en el periodismo, hasta los sentimientos hay que analizarlos con perspectiva. Sin embargo, la velocidad con la que se consume la información en la actualidad, tanto en los medios tradicionales como en las redes sociales, propicia que no siempre haya margen para enfocar lo relevante de la realidad. Se ha visto esta semana con el conflicto entre Isabel Díaz Ayuso y la dirección nacional del PP. El primer titular ha sido la "guerra total" en el Partido Popular, cuando lo relevante son las comisiones. Que la excitación del atrayente show básico no acabe con la mirada contrastada, reflexiva, calmada y profunda. Porque si sólo es show nos quedamos en el chascarrillo que se olvida tan rápido como "incendió las redes".  Nos creemos muy informados, pero estamos más bien magnetizados. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento