Inocencio Arias Diplomático
OPINIÓN

Biden: con vacuna y con suerte

El presidente electo de EE UU, Joe Biden, en la comparecencia de este martes.
El presidente electo de EE UU, Joe Biden.
DPA / EUROPA PRESS
El presidente electo de EE UU, Joe Biden, en la comparecencia de este martes.

La progre Jane Fonda parece que dijo hace un mes que “Dios había hecho un regalo a la izquierda de Estados Unidos: el virus”. Puede que no se equivoque: la pandemia ha perjudicado a Trump.

Biden va a ser el nuevo presidente estadounidense aunque los sondeos patinaran enormemente en bastantes aspectos. El demócrata ha obtenido 4 millones más de votos que Trump (75 millones contra 71) pero el sistema electoral americano no concede necesariamente la victoria al que logra más votos en todo el país sino a quien gana en cada estado; las encuestas se dieron un batacazo porque en varios de los estados que decidirían la elección el resultado ha sido muy apretado (en Georgia, Biden lleva una ventaja de 12 mil votos con 5 millones de votantes, en Arizona también de 12 mil con 3´3 millones y en Pensilvania de 47 mil con casi 7 millones de votantes).

¿Por qué ha perdido Trump? Es muy probable, casi seguro, que esos márgenes reducidos de media docena de estados serían a favor de Trump si no hubiera irrumpido la plaga sanitaria. Cuando el virus estalló en marzo, la economía de Estados Unidos tenía un 3´5% de desempleo, la Bolsa estaba en récords históricos. Tanto es así que incluso una encuesta de hace dos meses, cuando el virus hacía estragos, un 55% de los estadounidenses declaraban que ellos estaban ahora mejor económicamente que cuando en 2016 Trump llegó al poder.

Cuando el virus estalló en marzo, la economía de EE UU tenía un 3,5% de paro

Sin la pandemia, pues, Trump continuaría en la Casa Blanca. Su manejo de la crisis sanitaria, como ocurre con el británico Johnson y con Pedro Sánchez según especialistas y observadores internacionales, ha sido torpe, improvisador e infantilmente triunfalista ("hemos vencido al virus” pregonaban ingenuamente en julio Trump y Sánchez). Para bastantes americanos Trump ha sido imprudente, no llevando la mascarilla, criticando a los expertos, etc. Más de un comentarista señala con sensatez que a pesar de sus pifias sanitarias si el anuncio del hallazgo de la vacuna se hubiera producido hace veinte días, el fabulador Trump se hubiera llevado el gato al agua y Biden no entraría en los libros de historia.

¿Y ahora qué? Trump rabioso, mal perdedor, va a patalear intentando que los tribunales de diversos estados anulen votaciones porque, según él, en varios de ellos ha habido “pucherazo”. Ha presentado unas 40 demandas y no vacilará en acudir al Supremo, que en 2000 en una disputa con cierta similitud falló 5-4 a favor de Bush haciéndolo presidente. No parece que vaya a tener éxito en esas reclamaciones. Sin embargo, consolidará la profunda división que padece el país dado que 70% de los republicanos está de acuerdo en que le han hecho trampas. El presidente, no reconociendo su derrota, creará problemas en el proceso de transición. Sigue cesando y nombrando gente, niega información al equipo de Biden y, lo que es más significativo, pocos republicanos importantes se desmarcan de él y le indican que debe con honestidad tirar la toalla.

Trump, no reconociendo su derrota, creará problemas en el proceso de transición

¿Qué va a cambiar Biden? Bastante aunque no tanto. Que el 84% de los franceses habrían votado en contra de Trump -el porcentaje de españoles o alemanes debe ser parecido- sugiere que en Europa hay hambre por el cambio en la cúpula del país aliado nuestro y el más importante del mundo. El nuevo presidente parcheará las relaciones con Europa, rebrotará con relativa fuerza la armonía con Estados Unidos. Relativa porque Washington ya venía marcando alguna distancia con la Unión Europea. El apreciado Obama en su momento no vaciló en dar a entender que su país debía mirar más hacia Asia lo que significa menos para Europa. En nuestro continente existen asimismo muchas voces que insisten en que debemos depender menos de Estados Unidos. Biden volverá al seno del cambio climático y a la Organización Mundial de la salud. Cambio importante en esta época.

No es seguro, con todo, que pueda hacer transformaciones brutales en la economía. De un lado, la lucha contra la pandemia recortará muchas de las pretensiones del ala izquierda demócrata que ha apoyado a Biden. De otro, es posible que el Senado quede aún controlado por los republicanos que no permitirán alegrías presupuestarias o de otro tipo al presidente.

Lo dicho, la llegada de Biden es saludable pero no habrá milagros como creen algunos. Y no lo olvidemos: si el anuncio de la vacuna llega el día del Pilar el rubio seguiría en el poder.

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