Lo mejor que le ha pasado al Barça en su historia, Leo Messi, se ha juntado con lo peor que le ha pasado al Barça en su historia, Josep María Bartomeu. El resultado, mucho más allá del humillante 2-8 del Bayern, no ha podido resultar más demoledor: Messi ha solicitado marcharse y, desde Argentina apuntan que quiere hacerlo agarrándose la cláusula de su contrato que le permiten rescindirlo cada año, o sea irse pero gratis.

El tema económico se aleja de todo análisis cuando el socavón en el corazón de todos los barcelonistas, y de cualquier amante de este deporte, es de proporciones tan siderales. El agujero es colosal también para la Liga, que pone colofón a su año más horrible, y da igual si elige Manchester o Milán para continuar su carrera. La puntilla ha sido la manera de despedir a su otro yo, Luis Suárez, con una llamada telefónica de apenas un minuto. La directiva azulgrana lo ha hecho todo tan rematadamente mal, que hasta parece plausible que fuese un movimiento buscado, forzar al argentino a mover ficha.

Estamos asistiendo a un punto de inflexión en la historia del fútbol y seguro que nunca es fácil despedir a un icono, a un jugador de época, pero el portazo del mejor jugador de la historia va a retumbar en Can Barça durante mucho tiempo y va a colocar al actual presidente azulgrana en la galería de incompetentes ejecutivos de la historia del deporte, si ésta existiera en el túnel del terror.

Messi se va del Barça. Duele hasta escribirlo