OPINIÓN

A la espera de Europa

Pedro Sánchez y Angela Merkel reman en la misma dirección de cara al Consejo Europeo de este fin de semana. "Las difrencias persisten, pero Alemania pondrá compromisos en la mesa", comentó la canciller alemana tras su reunión con el presidente del Gobierno para debatir el acuerdo sobre los fondos de recuperación de la UE para hacer frente a la pandemia.
Pedro Sánchez y Angela Merkel.
Pedro Sánchez y Angela Merkel reman en la misma dirección de cara al Consejo Europeo de este fin de semana. "Las difrencias persisten, pero Alemania pondrá compromisos en la mesa", comentó la canciller alemana tras su reunión con el presidente del Gobierno para debatir el acuerdo sobre los fondos de recuperación de la UE para hacer frente a la pandemia.

La cita será este viernes. Los 27 líderes europeos volverán a reunirse en Bruselas. Será la primera vez que están físicamente juntos, y no por videoconferencia, desde que estalló la calamidad sanitaria. Ahora tienen que buscar una solución para la calamidad económica. Seamos optimistas y deseemos lo mejor. Seamos realistas y preparémonos para lo peor. Europa no siempre hace regalos.

Desde marzo es evidente que todos los países pagaremos un alto precio debido al coronavirus, y debido también a la actuación tardía frente al coronavirus. Ahora, ha llegado el momento de fijar ese precio, de decidir dónde se busca el dinero, quién lo pone y cuáles son las condiciones. Y hoy, antes de conocer el desenlace, es buen momento para revisar la historia en el intento de no cometer los mismos errores. Si hay que cometerlos, que sean distintos.

Seamos optimistas y deseemos lo mejor. Seamos realistas y preparémonos para lo peor. Europa no siempre hace regalos

Recuerda el expresidente Zapatero en su libro de memorias políticas titulado El dilema que, llegados a mayo de 2010, la crisis económica se había desatado con una virulencia extrema. Cuenta Zapatero que el 5 de mayo recibió en Moncloa al líder de la oposición, Mariano Rajoy; que Rajoy le recomendó que el Gobierno acometiera una drástica reducción del déficit; y que Zapatero se negó porque eso "pondría en riesgo la recuperación económica" (quizá les suene haber oído algo parecido estos días). Zapatero aún defendía que el inmenso gasto público realizado con el famoso Plan E era una buena idea: 13.000 millones de euros, que engordaron el déficit generosamente. 

De hecho, siguiendo esa misma línea, dos días después, el 7 de mayo, el Consejo de Ministros aprobó un gasto extra de 1.203 millones de euros en becas. Pero la madrugada del 9 al 10 de mayo de 2010, el presidente Zapatero tuvo que aceptar las exigencias de Bruselas, recortar 15.000 millones de euros y asumir serias condiciones para recibir ayudas: bajar el salario de los funcionarios, congelar las pensiones, acometer una reforma laboral y hasta un cambio en el artículo 135 de la Constitución para priorizar el pago de la deuda (el presidente Sánchez votó a favor, como diputado socialista que era entonces).

El Gobierno actual ha ocupado los primeros meses de la crisis sanitaria tratando de convencer a los socios ricos del norte de Europa de lo bueno que sería recibir más transferencias de dinero (que no habría que devolver), en lugar de préstamos. Pedro Sánchez batalla para evitar que las condiciones impuestas a cambio de esas cantidades sean difíciles de asumir por un ejecutivo de las características políticas del español, tan entusiasta del gasto como solución a la escasez. La derrota de Nadia Calviño en su intento de ser elegida presidenta del Eurogrupo es una pista a tener en cuenta.

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