Helena Resano Periodista
OPINIÓN

Ciudadanos o súbditos

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca.
Chris Kleponis / EFE
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en la Casa Blanca.

Desde hace unas horas está a la venta el libro más incómodo para el presidente de los Estados Unidos. Durante las últimas semanas sus abogados han intentado por todos los medios parar su publicación porque sabían que lo que se contaba en esas páginas es una bomba de relojería a meses de su reelección. Justo en el peor momento de su presidencia, cuando las encuestas peores resultados le están dando y cuando la curva de contagios de Covid-19 en Estados Unidos no para de aumentar.

El libro lo ha escrito su sobrina, psicóloga de profesión, y pone nombre a lo que los demás vemos con claridad cada vez que Trump se pone delante de las cámaras o tiene que dar un discurso. Asegura que su tío es un narcisista, un trastorno mental que hace verse a uno mismo como imprescindible, desmedidamente importante y que necesita de la admiración y aprobación constante de los demás. Siente cero empatía por lo que le ocurre a su entorno, solo le importa lo que le pasa a él. Dice su sobrina que para Trump "nada es suficiente" y que su ego "es frágil, así que lo tiene que reforzar en todo momento porque en el fondo no es nada de lo que dice ser". 

"Según Bolton, Trump es capaz de anteponer sus intereses personales y electorales a los del país"

La frase me parece reveladora y explicaría muchas de las declaraciones y decisiones que ha ido tomando desde que llegó a la Casa Blanca. Bolton, asesor de Seguridad Nacional durante el primer año y medio de la presidencia de Trump, asegura que es capaz de anteponer sus intereses personales y electorales a los del país, aceptando hacer favores incluso a dictadores por el mero hecho de conseguir así su objetivo.

Verle desde luego en acción es un espectáculo. Siempre me ha llamado la atención cómo pronuncia sus discursos, cómo mira a su audiencia, con la barbilla ligeramente subida, con pausas cuando mira hacia la derecha o la izquierda. Buscando la aprobación casi con una mirada de desafío.

Trump lleva años comportándose así, en su vida privada hay cientos de episodios que corroboran ese diagnóstico. Y en los últimos 4 años ha tenido más de una oportunidad para demostrar al mundo que su sobrina no anda desencaminada. El problema es que su trastorno mental determina políticas y alianzas que nos afectan a todos. No solo a los norteamericanos. Su gestión de las relaciones internacionales y su gestión ahora en la pandemia es preocupante. Lo que hace y dice Trump lo sufrimos todos. Sus bravuconadas, sus amenazas, sus desafíos. Su sobrina lo define como "el hombre más peligroso del mundo", y, dicho así, resulta inquietante. No es menor el poder que tiene Trump, por mucho que en la Casa Blanca exista un equipo de asesores que intente parar las ideas más descabelladas que se le puedan ocurrir.

"Su sobrina lo define como 'el hombre más peligroso del mundo', y, dicho así,  resulta inquietante"

Pero, aunque reconozca que no me gusta, es el juego democrático y es en las urnas donde el pueblo americano tendrá que ratificarle o no. La democracia puede no ser perfecta, pero es lo que decide sus ciudadanos, o ¿aquí somos súbditos?

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