Este virus nos está azotando con una de las peores armas, la soledad. Da lo mismo si nos atrapa en casa o si estamos ingresados en el hospital o en una residencia, lo debemos vivir solos para poder salvar al resto. Y es cruel hasta el último aliento, cuando no hay despedida posible de nuestros seres queridos. No hay ni espacio ni tiempo para ese momento del duelo en el que lo que más necesitamos es el calor de los familiares y de los amigos y recibir su consuelo. Por eso hoy más que un aplauso compartimos un abrazo sentido con todos ellos. Porque no es justo tener que llorar una pérdida en soledad.
OPINIÓN02.04.2020 - 06:25h
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