
Quitar subsidios al diésel y dificultar su uso ayuda al medio ambiente, pero puede penalizar a agricultores, sus principales usuarios; mejorar el SMI es irrenunciable, pero hacerlo sin paliar su efecto en sectores como el campo, con márgenes exiguos, tiene consecuencias. Incluso la decisión más bienintencionada de una administración puede tener efectos secundarios. Hay que incidir en ellas, pero deben hacerse con tiento, sin dañar a un sector crucial, pero débil. El Consejo de Ministros tiene mucho por afinar.
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