A Pedro Sánchez se le da bien hacer gobiernos, le gusta hacerlos, tanto que se le ha ido la mano en el número de carteras y la red se ha llenado de memes y, más en serio, de cálculos sobre el gasto añadido de un Consejo de Ministros superpoblado. Antes de que se mida por hechos, el primer Gobierno de coalición es un engranaje que debe servir a la vez para contentar a Podemos y controlarlo; para ser social y para cumplir con la ortodoxia de la UE; para apaciguar a independentistas y cumplir la Constitución... Es la cuadratura del círculo, pero los socios están empeñados en conseguirla.