Iñaki Ortega Doctor en economía en la Universidad en internet UNIR y LLYC
OPINIÓN

La báscula

Un hombre sobre una báscula.
Un hombre sobre una báscula.
GTRES
Un hombre sobre una báscula.

Se cuenta que el origen de las básculas está en Egipto. Aparecieron hace miles de años por la necesidad de pesar con exactitud piedras de oro. El sistema usado era muy precario: un brazo de madera colgado de una cuerda con dos platos, uno en cada extremo; en uno se ponía la mercancía y en el otro, diferentes pesas. El palo oscilaba si en los dos platos no había el mismo peso; quitando y poniendo pesas se conseguía el equilibrio y, de paso, el peso exacto.

Aunque las básculas ahora son eléctricas, siguen siendo tan útiles como en la Antigüedad, y más en estos días de resaca navideña. Ocultas en los baños de las casas, las básculas en enero son redescubiertas por miles de paisanos que las hacemos trabajar a destajo. Con timidez y algo de miedo, una vez que pasa el día de Reyes, nos atrevemos a subir a la báscula para después maldecir el resultado y achacarlo o bien a la cantidad de ropa que llevamos encima, o a la hora del día o a que el aparato ya no funciona correctamente. Al día siguiente, a hurtadillas, repetimos la operación, esta vez nada más levantarnos y en pijama, logrando un resultado similar. A la tercera va la vencida: tras dejar pasar unos días, la báscula, testaruda, confirma que hemos cogido unos kilos en estas fiestas. A partir de ahí, algunos esconden los aparatos hasta el año que viene, otros "torturan" durante meses a la báscula hasta lograr el peso prenavideño.

Necesitamos básculas que pesen los "excesos" del número de ministros en el nuevo Gobierno

La báscula solamente informa, y por eso, si estás entre los que han tenido tentaciones de tirar la báscula a la basura, tienes que saber que la noticia, con o sin máquina en el baño, sigue muy viva. Por eso, hoy quiero decirte que necesitamos muchas básculas, no solo para medir los excesos con la comida en estas fiestas, sino porque, como decía hace dos siglos el físico Lord Kelvin, "lo que no se mide, no se puede mejorar; lo que no se mejora, se degrada siempre". Básculas que pesen los "excesos" del número de ministros en el nuevo Gobierno de España que acabamos de conocer; básculas que pesen los "aumentos desorbitados" de los sueldos de los altos directivos en comparación con los de los trabajadores; básculas que pesen "las gruesas palabras" que cada vez más se dedican los políticos en nuestro país; básculas que pesen "el tiempo que pasamos en redes sociales" en lugar de estar con nuestros seres queridos; básculas que pesen los esfuerzos que dedicamos a "nuestro propio bienestar" frente a trabajar por un mundo en el que nadie se quede atrás.

Es casi tan vieja como la báscula la expresión "matar al mensajero". Igual te acuerdas de que en la Antigua Grecia se cortaba la cabeza a los heraldos que comunicaban malas noticias, generalmente una guerra. Por favor, en este 2020 no "matemos" a ninguna báscula, periódico, profesor, amigo o familiar que nos recuerde que algo no va bien.

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