Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Confinar otra vez no es la solución

Un sanitario camina por el exterior del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida (Archivo)
Un sanitario camina por el exterior del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida .
David Zorrakino - Europa Press
Un sanitario camina por el exterior del Hospital Universitario Arnau de Vilanova de Lleida (Archivo)

Benito Almirante, jefe de Enfermedades Infecciosas del Hospital Vall d’Hebron, ha sido muy claro en su crítica al Govern de la Generalitat: Cataluña está ahora mismo "en las peores condiciones de toda España con solo tres o cuatro semanas de gestión propia". 

El cierre de la comarca del Segrià, la imposición de severas restricciones a la actividad social en el área metropolitana de Barcelona y en otros municipios catalanes, sin olvidar la amenaza explícita de un nuevo confinamiento domiciliario, no ha hecho más que evidenciar la incompetencia de la consejera republicana de Salud, Alba Vergès. Qué ridículo aparece ahora el supremacismo de los políticos independentistas, la afirmación de que ellos lo habrían hecho mucho mejor, la exigencia de que les devolvieran las competencias y su negativa a apoyar los decretos del estado de alarma.

Muchas empresas y trabajadores no resistirían el golpe de otro encierro

La realidad es que en Cataluña ha fallado casi todo para atajar los rebrotes del coronavirus. Ni planificación, ni rastreadores, sino descoordinación y desgobierno. Las críticas a Quim Torra son unánimes, incluso entre los medios soberanistas. La sensación es que se camina a ciegas hacia el desastre y que muchas empresas y trabajadores no resistirían el golpe de otro encierro. Las críticas de los alcaldes están siendo durísimas, primero del Segrià, y ahora también de las primeras ediles metropolitanas, con Ada Colau y Nuria Marín a la cabeza.

Ahora bien, aunque el aumento de los contagios es preocupante y obliga por tanto a adoptar nuevas medidas de contención, se está entrando en una espiral de alarmismo suicida. A día de hoy, ni el incremento de las hospitalizaciones, ni los ingresos en UCI ni el número de fallecidos justificarían un nuevo confinamiento. Los políticos tienen la obligación de huir del fatalismo y dejar de trasladar su responsabilidad a la ciudadanía.

Hasta que llegue la esperada vacuna la respuesta frente no puede ser la misma

No se puede aceptar la lógica de otro confinamiento porque el momento actual es diferente al de la primavera pasada cuando se desconocía casi todo sobre la Covid-19, morían semanalmente miles de personas, no teníamos material sanitario y sufríamos un terrible colapso hospitalario. Hasta que llegue la esperada vacuna la respuesta frente a segunda ola no puede ser la misma.

Confinar otra vez no es la solución porque no tendría fin y nos condenaría a la miseria. Ahora toca proteger al máximo a los grupos de riesgo, reforzar la Atención Primaria y los hospitales, rastrear los contagios para romper las cadenas de transmisión y, no menos importante, cumplir a rajatabla con las medidas de higiene y seguridad.

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