Joaquim Coll Historiador y articulista
OPINIÓN

Cataluña, otra legislatura perdida

El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.
DAVID ZORRAKINO - EUROPA PRESS
El vicepresidente de la Generalitat, Pere Aragonès.

El pasado viernes, aparcando por un momento sus trifulcas, la mayoría independentista despidió el último pleno de la legislatura exigiendo al Congreso que apruebe una ley de amnistía para todos los encausados por el procés. Es una demanda imposible, democráticamente inaceptable y que no cabe en la Constitución. 

Hoy mismo se disuelve el Parlament, poniendo fin a una legislatura que no ha sido más que un epílogo de la anterior, la que finalizó con la aplicación del art. 155 tras el referéndum ilegal del 1 de octubre de 2017. Si aquella empezó en 2015 con mucha épica y acabó en drama, aunque por fortuna no en la tragedia que algunos temíamos, esta última ha sido ridícula y patética hasta el final. 

"Son demasiados años dedicados a la confrontación, con muchísimo dinero público destinado a un absurdo político"

Los partidos separatistas no han hecho más que llorar sus penas y pelearse en una guerra que ha dinamitado el Govern entre JxCat y ERC, lo que en enero llevó al entonces president Quim Torra a anunciar elecciones. La pandemia impuso una prórroga que ha agravado al extremo la situación de desgobierno.

El Govern en funciones encabezado por Pere Aragonès ha hecho el ridículo con sus bandazos ante el acelerado aumento de los contagios. Tardó cuatro días en tomar decisiones, que fue posponiendo por diferencias internas, contribuyendo solo a crear mayor confusión sobre qué se puede hacer estas Navidades. No es el único caso de caos autonómico, cierto, pero los independentistas venden que la república catalana sería una maravilla cuando son incapaces de evitar que las tragedias se sigan repitiendo en las residencias, como la que se ha saldado con un 40% de defunciones en el geriátrico de Tremp.

Además no olvidemos que, por culpa del procés, Cataluña ya no lidera el crecimiento en España desde 2017, con tres años consecutivos por debajo de la media y menor creación de empleo. Ahora que tanto se habla de la Agencia Europea del Medicamento por las vacunas, no está de más recordar que Barcelona perdió la sede de este organismo, que tenía a su alcance, a causa de la incertidumbre creada por el secesionismo.

Está todavía por ver que las elecciones se puedan celebrar el 14 de febrero, según cómo afecte la tercera ola de la Covid, pero de lo que no cabe duda es de que la sociedad catalana necesita pasar página cuanto antes. Son demasiados años dedicados a la confrontación, con muchísimo dinero público destinado a un absurdo político que solo garantiza la decadencia de Cataluña. Lo más increíble es que ERC y JxCat, que se desprecian mutuamente, afirman que volverán a pactar si suman. Si a esa ecuación se añade la CUP, que ahora exige entrar en el próximo Govern para impulsar otro referéndum, tendríamos otra legislatura inútil y peligrosa. Y lo que es malo para Cataluña, es malo para toda España, no lo olviden.

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