El Gobierno y el PSOE tenían descontado que, tras la sentencia del Supremo, tocaba un rebrote independentista en Cataluña. Era uno de los hitos previstos en su escaleta de precampaña. Contaban con que tendría impacto, pero no debía ser largo ni violento. Con las encuestas asustando, toca cambio de tercio. 

Sale a escena la exhumación de Franco, asunto con el que Sánchez tiene más que ganar. El Gobierno alargará este tercio cuanto pueda, pero mira con temor a Cataluña. El 10-N sigue lejos.