Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El problema de la retransmisión del Sorteo de la Lotería de Navidad

Sorteo de la lotería de Navidad TVE
Sorteo de la lotería de Navidad TVE
RTVE
Sorteo de la lotería de Navidad TVE

Los tiempos evolucionan, pero el sonido de la Lotería de la Navidad permanece. España rompe su rutina con los bombos que atesoran El Gordo. La tradición manda. Las ganas de celebración también. Sin embargo, la retransmisión de este sorteo extraordinario necesita un giro televisivo para no quedarse atrás. O, poco a poco, la costumbre se quedará desactualizada en el ojo de las nuevas generaciones. 

El sorteo de la Lotería Nacional cuenta con una iconografía poderosa: los cánticos de los San Ildefonso gritando los premios. Escuchar ese sonido sin pausa durante las horas que dura la caída de bolas podría ser utilizado como tortura en otro país. En cambio, lo tenemos tan interiorizado en nuestra cultura popular que hasta disfrutamos de tal cántico. Es propio, es único, es auténtico, remite a la buena noticia. Aparentemente este rito no necesita más.

Pero esa autenticidad de la tradición debe ser actualizada con los trucos de la tele clásica. La tecnología de hoy lo permite incluso más fácil que antaño. Porque la liturgia escénica que ya cuenta El Gordo en sí puede evolucionar para ser más atrayente en tiempos en los que el espectador vive rodeado de tantos impactos audiovisuales. Y ya sabe que podrá comprobar si le ha tocado algo o no a través de una fácil aplicación.  En la tele el sorteo no engancha como antes. 

¿Cómo hacer más relevante esta emisión? La clave está en no quedarse en resumir lo que pasa e intentar aportar más allá. En estos años, este evento la tele lo observa desde fuera, como un espectador más que acude al patio de butacas del Teatro Real. El programa se queda en el escrutinio de todos los números, pero lo relevante es acudir a las historias que hay detrás de lo que vemos. Más bambalinas, más conocer las motivaciones de los propios niños del sorteo y trabajadores de la Lotería.  Menos discursos oficiales de organizadores (que no dicen nada con aporte real) y más acudir a referentes actuales de la cultura y sociedad que desengrasen con su mirada, sus recuerdos, sus vivencias y su anecdotario un día tan emblemático como este.

"El sorteo es un expresivo cuadro del costumbrismo patrio. Desde las corbatas mal colocadas del señor repanchigado que supervisa las bolas, a la mueca de ilusión de un niño que ve que va cantar un premio millonario antes que el resto"

Al final, la emisión del Sorteo de la Lotería de Navidad debe ejercer ese retrato costumbrista del país. Porque el sorteo es un expresivo cuadro del costumbrismo patrio. Desde las corbatas mal colocadas del señor repanchigado que supervisa las bolas, a la mueca de ilusión de un niño que ve que va cantar un número millonario antes que el resto.  O la capacidad de escuchar a tiempo ese -“Tía, te quiero un montón” -“Yo también... Venga, no llores", que surge de la felicidad de los nervios de cuando acabar de gritar el premio más grande.

El espectador está ya tan resabiado de todo que no vale con una retransmisión de lugares comunes. Hay que proponer un viaje. En este 2021, la emisión ha estado estupendamente realizada como evento externo. Pero el sorteo necesita más protocolos escénicos.

Así se echa en falta una puesta en escena menos plana por parte de Loterías y Apuestas del Estado. Si el sorteo se realiza desde el Teatro Real que cuente con una escenografía de pantallas, luces y atrezo que den movimiento a la imagen a la vez que otorguen un envoltorio de acogedora elegancia al Gordo. No paneles fijos que remiten a stand de ferial de muestras. Al mismo tiempo, la realización necesita ordenar mejor el grafismo y, sobre todo, más planos detalle y menos cámaras fijas. Las cámaras deben bailar más para dar más dinamismo emocional a la larga retransmisión e incluso que puedan colarse entre la gente o la trastienda escénica según mande el rumbo de lo que acontezca. 

El futuro de esta retransmisión pasa por saber mirar más esas pequeñas grandezas que retratan el sorteo. Porque este sorteo no solo es el número de los premios, sobre todo es la España de lo popular, de lo llano e incluso de lo crédulo en épocas de ruido conspiranoico. Y RTVE debe aprovechar una de sus citas de más visibilidad al año para mostrar su potencia técnica y comunicativa a la hora de narrar de manera orgánica y no quedarse en el patrón repetitivamente prestablecido. Desplegar sus grandes rostros periodísticos y artísticos (así es como se hace marca de candena y no leyendo un papel recitando las apuestas de programación, lo que espanta), atraer a referentes sociales, lanzarse a multiplicar el interés por un evento que nos une a través de las historias contadas con sensibilidad y no por inercia. 

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