Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El éxito de Ana Rosa Quintana, el fracaso de 'Sálvame'

Jorge Javier Vázquez, Ana Rosa Quintana y Belén Esteban.
Jorge Javier Vázquez, Ana Rosa Quintana y Belén Esteban.
MEDIASET
Jorge Javier Vázquez, Ana Rosa Quintana y Belén Esteban.

Una misma cadena, Telecinco. Dos programas que la vertebran. En la mañana, el matinal de Ana Rosa Quintana. En la tarde, Sálvame. Sin embargo, los dos espacios están avanzando hacia rendimientos distintos. El primero mantiene sus grandes datos de éxito, el segundo muestra cierta debilidad.  

La diferencia está en que el fervor por Sálvame ha vivido de las tramas que surgen de los avatares de los propios protagonistas del espacio, mientras que El programa de Ana Rosa se nutre de la actualidad, la tertulia y su polarización. Tras el fallecimiento de Mila Ximénez, la tarde de Mediaset pierde un pilar altamente identificable por una parte de la audiencia y, a la vez, sus compañeros sufren el agotamiento de años de intensidad. La fórmula necesita un revulsivo y lo encuentra en la docuserie de Rocío Carrasco: contar la verdad para seguir viva que remueve las bases en las que se asienta la prensa del corazón: prejuicios machistas y estigmas de clase social. Pero, después de años predicando lo contrario, un grueso de la audiencia no empatiza con cómo el show toma partido por Rocío Carrasco. 

A la vez, Sálvame se empieza a quedar sin abanico de temas propios. Ya sus personajes no propician conflictos como antes. Y los que protagonizan suenan repetitivos, pues llevan años dando rodeos a lo mismo. El show no tiene qué cebar para aguantar la atención de la audiencia durante toda su tarde. El público no se cree cuando dicen que va a ocurrir una "bomba" en directo. Demasiados años de exageración para retener la curiosidad de los audímetros. Así que el programa se reinventa colocando un espacio de estructura más convencional: Sálvame Lemon Tea con Terelu Campos y María Patiño. La mecánica es una inteligente vuelta atrás: presentadoras dan paso a vídeos de la actualidad rosa y los comentan con su personalidad. 

Sálvame se ha percatado de que necesita ordenar su caos. Y ahí está uno de los fuertes de su compañera de mañana. El programa de Ana Rosa cuenta con una estructura bien clara en la memoria del espectador: primero la mesa de debate político, después el saloncito que llaman 'club social' con temas distendidos. Sabes a qué hora te encuentras cada temática. Llevan así décadas. La antítesis de Sálvame, que ha jugado a una hábil imprevisibilidad en la que todo puede suceder en cualquier instante. 

El problema estriba en tiempos con una actualidad tan aplastante. Entonces, El Programa de AR puede adaptarse a la información con su imagen de magacín de estructura clásica, Sálvame no. La mañana de Telecinco puede tratar el ataque de Rusia a Ucrania, Sálvame no. El público, como consecuencia, acude a otras frecuencias. La tarde de Telecinco lo sufre. Sálvame es un programa que se adapta a las circunstancias, pero hay circunstancias que no pueden adaptarse a su tono de sainete incontrolable de la picaresca nacional. Belén Esteban no puede comentar una guerra. Aunque en Telecinco cosas más extrañas se hayan visto, la audiencia ya no está en ese punto.

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