Borja Terán Periodista
OPINIÓN

El último truco de Telecinco: los documentales ya no son pedigrí de La 2

Jorge Javier Vázquez y Rocío Carrasco
Jorge Javier Vázquez y Rocío Carrasco
Mediaset
Jorge Javier Vázquez y Rocío Carrasco
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Borja Terán

"Yo sólo veo los documentales de La 2" es una frase caduca de aquellos que querían ir de intelectuales en su relación con la televisión. Pero todo cambia y el futuro es inesperado: ahora es Telecinco el canal abanderado del género documental. A su manera, claro. Tras el éxito de la docuserie 'Rocío: contar la verdad para seguir viva', en Mediaset se han percatado de que la épica de un apoteósico documental puede servir para crear una expectación especial ante una pieza de vídeo tradicional.

Así que, ahora, lo que pudiera ser un reportaje típico se viste con la liturgia de documental que no te puedes perder. Sucede en espacios como 'Montealto: regreso a la casa', 'Todo es verdad' o 'Socialité'. En realidad, sólo están dando paso a un vídeo como tantos otros, pero el público presta más atención porque se exhibir con una narrativa cargada de suspense. Para ello, también se utiliza el reclamo de nombrar a estos pseudo-documentales con títulos heroicos, que añaden más fascinación al reportaje: 'El precio del silencio', 'Licencia para hablar', 'Los papeles de la Rota', 'Bárbara y el Rey', 'La última función' (José Luis Moreno)... 

De esta forma, lo que podría ser un vídeo más se transforma en un evento. Con su estética propia, con su intriga, con su cuenta atrás antes de emitirse. Porque todo se disfraza de premiere que hace sentir al espectador que está ante algo inaudito. Aunque sea un reportaje de tantos. Jugada redonda de Telecinco, más aún en un tiempo en el que se premia la información contada en directo desde el plató y, como consecuencia, se ha interiorizado que los vídeos ya no funcionan como antes en la televisión tradicional, pues no retienen la atención del público. De ahí que cuando se emite una pieza grabada se opte por abrir una ventana en la pantalla que permita ver las caras de reacción a lo que se cuenta de presentador, entrevistados y colaboradores. Se desconfía de la paciencia de una audiencia que se ha acostumbrado a que prácticamente todo se le muestre con la excitación del está pasando, lo estás viendo. Y si está grabado, quizá sea viejo.

Hasta 8 "documentales" en una semana 

No obstante, justo en el momento en el que daba la sensación de que el espectador había cogido fobia al reportaje enlatado, en Telecinco han advertido que se multiplica el interés si ese reportaje clásico se envuelve con el tono de efectista documental con su denominación pomposa. "Licencia para hablar". Entonces, tal título se proyecta con un diseño gráfico grandilocuente en la gigante pantalla del estudio y ya parece otra cosa. Son las tácticas de la televisión-evento en las que no sólo basta con narrar una historia, también es relevante para atraer al público la astucia de enmarcar la historia en el contexto adecuado. El contenido sin acertado continente no tira con la misma potencia. 

Telecinco primero ha acostumbrado a su audiencia a entender la fuerza del género documental en prime time con una exclusiva que removió la prensa rosa, la desconocida vivencia de Rocío Carrasco. Y, un año después, la cadena intenta repetir el rito de la solemnidad documental con nuevas primicias. Por anecdóticas que sean. Y funciona.  Aunque, cuidado, abusar del truco transformará lo excepcional en habitual y la audiencia quedará inmune. Si no lo está ya.

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