Borja Terán Periodista
OPINIÓN

Del 'Benidorm Fest' a 'Hispavisión': los errores de la OTI que no hay que repetir

Logotipo de 'Hispavisión', canal temático desaparecido de TVE
Logotipo de 'Hispavisión', canal temático desaparecido de TVE
RTVE
Logotipo de 'Hispavisión', canal temático desaparecido de TVE

Televisión Española ha propuesto la creación de Hispavisión. Una denominación que es una vieja conocida de RTVE, pues ya se utilizó para un canal temático de documentales al que se decidió cambiar el nombre por, digamos, nombre demodé. 

Ahora Hispavisión vuelve como festival que intenta emular Eurovisión entre países que comparten el español como idioma. Tras el éxito del Benidorm Fest, la actual dirección de RTVE intenta ser referente internacional como televisión en español y recuperar aquella representatividad de 'madre patria' que ya vivió con programas como 300 millones. Aunque también debería plantearse ejercer tal cometido de referente en todo el mundo hispano con un canal de información 24 horas con una mirada más global y menos marcada por la superficialidad de la teatralización de la política nacional en la que andamos inmersos.

Pero para que funcione Hispavisión -que esperemos que finalmente no se llame así- hay que analizar qué llevó a fracasar a su predecesor festival de la OTI que, a diferencia de Eurovisión, se quedó desfasado y terminó desapareciendo. El primer problema estuvo en que se quedó en festival de canciones melódicas y no pensó en las virtudes de la televisión. Todo sonaba parecido y lo que es peor todo se veía igual. Era un festival conservador sin indagar en la creatividad audiovisual que proyectara mejor las canciones y lo que contaban sus letras.

La OTI no narraba historias diferentes, la OTI se caracterizó por querer demostrar que el mundo latino eran tan profundo e intenso como cualquier otro mercado musical. Lo que paradójicamente empujó a que la mayoría de los países eliminarán sus características propias dentro del mundo latino. Porque no es lo mismo un mexicano que un chileno. Pero allí todas las propuestas parecían salidas del mismo país. Un país, por cierto, aburrido. El éxito de la resurrección de la OTI estará en conseguir mostrar lo propio y específico de cada estado. Y mostrarlo no solo a los países latinos sino con una comercialidad visual vendible también a los angloparlantes. Como se hace en Eurovisión donde los suecos llevan música sueca, los postsoviéticos música balcánica y donde Francia es Francia siempre. Hay riqueza cultural. Porque toda la música latina no debe sonar igual.  Hay que mirar más lo que nos hace únicos para plasmar una poderosa historia en el escenario.

Pero la OTI se transformó en un festival hueso porque era fácil de pronosticar lo que iba a suceder en el escenario. La antítesis de Eurovisión. Pero, además, empezó a mermar otro de los pilares maestros en un formato de tales características: el equilibrio de la implicación entre los países se desvaneció. España y México cogieron ventaja, porque sus televisiones eran más fuertes, mientras otros países quedaron desplazados y mermaron su interés. En cierto sentido, no se sentían representados. Ni siquiera en los países que arrasaban. No parecía una reunión armónica de países y las canciones se quedaban más en un tópico que en la vanguardia. Ahí está el trabajo que debe ejercer Hispavisión: primero pensar otro nombre más inclusivo y luego, al igual que con este nombre, convertir el tópico en distinción. 

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