OPINIÓN

La calidad no vuelve a casa por Navidad

Imagen de una cena navideña.

Vuelven los hijos deslocalizados, las cenas familiares (a pesar de la pandemia), los cuñados recrecidos (por culpa de la pandemia), los villancicos desafinados (para desgracia de nuestros oídos), las luces dilapidadoras de cara electricidad, los atascos y las compras (si es que alguna vez se fueron), los firmes compromisos que todos los años nos juramos no volver a incumplir. Pero la que ni vuelve ni se le espera es la calidad. Porque nos hemos rendido al consumo rápido de usar y tirar, a la cantidad del barato, barato, aunque sea un montón de mierda pinchada en un palo, pero eso sí, muy económica.

"Con lo que nos ahorramos eligiendo agrobazofia industrial podremos agenciarnos en AliExpress varios niquis cutres"

Ya lo dijo Francisco de Quevedo y popularizó Antonio Machado: "Solo el necio confunde valor y precio". Oscar Wilde, disfrutón de la vida como pocos, criticaba igualmente que "la gente conoce el precio de todo, pero el valor de nada".

En nuestros platos navideños abundarán este año las carnes industriales de pobres animales cuya muerte mecanizada es lo mejor que les ha pasado en su asquerosa vida, hacinados en naves desde las que nunca vieron el sol ni conocieron el azul del cielo. Quizá algunos nos preocuparemos por comprar huevos de gallinas felices, dando por sentado que las vacas, los cerdos, los conejos y hasta los pollos felices no existen o son demasiado caros. Desear felicidad por Navidad está bien, pero tampoco exageremos, que con lo que nos ahorramos eligiendo agrobazofia industrial en lugar de comprar alimentos sostenibles y de cercanía podremos agenciarnos en AliExpress varios niquis cutres.

El millonario Warren Buffett, que de mercados sabe mucho, sostiene que "precio es lo que pagas y valor es lo que recibes". Piénsatelo bien esta Navidad.

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