OPINIÓN

El accidente de Verstappen retrata a los hooligans británicos

Lewis Hamilton saluda a la grada tras el GP de Gran Bretaña
Lewis Hamilton saluda a la grada tras el GP de Gran Bretaña
DPA vía Europa Press
Lewis Hamilton saluda a la grada tras el GP de Gran Bretaña
El Reino Unido de la Gran Bretaña es ejemplo de muchas cosas. Musical y literariamente son admirables, qué duda cabe, y deportivamente no se puede negar su influencia: inventaron el fútbol, el cricket, el rugby y la Fórmula 1. El problema son sus aficionados. No es casual que el término 'hooligans' se haya creado para definir a los ultras que campan por sus estadios y gradas.
Wochit

El Reino Unido de la Gran Bretaña es ejemplo de muchas cosas. Musical y literariamente son admirables, qué duda cabe, y deportivamente no se puede negar su influencia: inventaron el fútbol, el cricket, el rugby y la Fórmula 1.

El problema son sus aficionados. No es casual que el término 'hooligans' se haya creado para definir a los ultras que campan por sus estadios y gradas. Es más que una forma de entender la pasión por el deporte: son agresivos, maleducados, groseros y, llevados al límite, peligrosos.

Marcus Rashford, Bukayo Saka o Jadon Sancho llevan semanas sufriendo el acoso racista por parte de los ultras que no aceptan que Italia les ganó en la tanda de penaltis de la final de la Eurocopa, y han desatado una oleada de defensores, entre los que se encuentra Lewis Hamilton. El heptacampeón del mundo es, posiblemente, el deportista del que más orgullosos se pueden sentir: fuera y dentro del circuito intenta dejar huella, con éxito incuestionable.

Por eso no me sorprende nada la actitud que tomaron con el accidente de Max Verstappen. Más allá de celebrar la victoria de su ídolo cuando llegó a meta (habría que ver a los aficionados de Zandvoort o Spa si pasa al revés), lo que me indigna es verles celebrar el accidente en sí. Baste este vídeo, grabado desde la grada de la curva de Copse, de ejemplo a lo que me refiero.

Siento asco. Es sencillamente repulsión. Tanto que presumen de ser un país caballeroso y educado, son capaces de festejar cómo un piloto se estrella con riesgo para su vida. ¿Sabían que Verstappen estaba bien? ¿Y si la fatalidad hubiera hecho su aparición, como el 1 de mayo del 94 en Imola? ¿También lo hubieran festejado?

No culpo a Hamilton del accidente en sí, ya que es una acción de carrera: muy al límite y con culpa para él, pero Verstappen lo habría hecho igual. Sí que le señalo con el dedo por irse a festejar a lo grande mientras su rival, pero también su compañero, estaba en el hospital. Y sobre todo señalo a los aficionados; o mejor dicho, a los hooligans. Vergüenza me daría que esa gentuza me jalease.

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