Esta semana se cumple el primer año de la victoria electoral de Carlos Mazón. Si bien hoy ganar unas elecciones no asegura poder formar gobierno, que se lo digan a Núñez Feijoo, el líder de los populares valencianos sí lo logró con un pacto exprés con Vox que salió muy caro en Génova por cómo fue aprovechado por Pedro Sánchez en las generales del pasado mes de julio.

Mazón cumple un año y lo va a celebrar concediendo varias entrevistas a distintos medios de comunicación. Ocasión que va a aprovechar para dejar claras tres cosas: primera, que la herencia que recibió del Gobierno del Botánic fue una calamidad; segunda, que las leyes que impulsa, con o sin socio de gobierno, son fruto de las reclamaciones de una gran parte de los valencianos; tercera, que Pedro Sánchez gobierna contra los valencianos en varios sentidos, entre ellos el agua, que tantos réditos dio en su día a Francisco Camps.

A Mazón le está pasando lo que a Isabel Díaz Ayuso, que la campaña se la hace Pedro Sánchez todos los días. Eso y una oposición fuera de juego por los intereses del inquilino de la Moncloa, difíciles de explicar al votante de a pie. En nuestra Comunitat la oposición también se encuentra desarmada. Compromís vive en vilo por Mónica Oltra y el PSPV se halla en plena transformación y a la espera de si su nueva secretaria general, Diana Morant, cambia algo el curso de las cosas en las europeas del 9 de junio.

Hay optimismo en el PP. Incluso algunos hablan en sus círculos más cercanos de mayoría absoluta dentro de tres años. El pinchazo de la huelga educativa de la semana pasada les ha convencido de que no es previsible otra Primavera Valenciana como la del 2012. Con todo, la gota fría puede llegar de sus socios de Vox o del siempre imprevisible Pedro Sánchez.