Juan Luis Saldaña Periodista y escritor
OPINIÓN

El timo circular

Tapones circulares circulan en un claro ejemplo de economía circular.
Tapones circulares circulan en un claro ejemplo de economía circular.
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Tapones circulares circulan en un claro ejemplo de economía circular.

Comenzó como una idea romántica, algo hippie y utópica. Parecía que lo circular consistía en reutilizar los objetos, compartirlos con los demás, no tirar tanto y tener una mayor conciencia de la necesidad de rebajar el consumo general para cuidarnos más a nosotros mismos. Era un espejismo o una tapadera. Algunas empresas utilizaron bien el concepto para vender su propuesta, pero lo circular encerraba un timo.

La teoría no está del todo mal, pero tiene algo de proteccionismo, una parte importante de paternalismo y otra que es, directamente, mentira. El Parlamento Europeo define la economía circular como “un modelo de producción y consumo que implica compartir, alquilar, reutilizar, reparar, renovar y reciclar materiales y productos existentes todas las veces que sea posible para crear un valor añadido. De esta forma, el ciclo de vida de los productos se extiende”.

El mismo organismo, con uno de esos insoportables vídeos en los que una mano hace dibujitos explicativos quiere hacernos entender que esto implica reducir los residuos al mínimo. Cuando un producto llega al final de su vida, sus materiales se mantienen dentro de la economía siempre que sea posible gracias al reciclaje. Estos pueden ser productivamente utilizados una y otra vez, creando así un valor adicional. El valor añadido del que habla el Parlamento Europeo se lo queda, por supuesto, la banca.

Hay que ser circulares, pero sin pasarse. Hay que ser circulares, pero trabajar gratis para el que manda y para las empresas gigantes y poderosas.

La traducción es muy clara: la economía circular está bien si se benefician de ella los gobiernos y las grandes empresas. El ciudadano puede aportar su trabajo gratuito -ya hemos hablado del ejemplo del reciclaje- pero no debe ir más allá. Tenemos el caso reciente del control que el Ministerio de Hacienda ha empezado a ejercer sobre plataformas de venta directa como Wallapop o Vinted.

Si durante un año se hacen más de treinta ventas en una de estas plataformas o se superan los dos mil euros existe una obligación de informar a Hacienda. Hay que ser circulares, pero sin pasarse. Hay que ser circulares, pero trabajar gratis para el que manda y para las empresas gigantes y poderosas. Tú ya te confirmas con salvar el planeta. Si eres circular para ti mismo y vendes un sillón, dos teles y una lámpara porque te mudas, ten cuidado porque te puedes haber pasado de circular y eso ya no le gusta a Hacienda. Recicla y calla. Salva el planeta y paga. 

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