OPINIÓN

Trabajar como farero

Faro de Avilés. Asturias.
Faro de Avilés. Asturias.
David Garcia Eirin / iStockphoto
Faro de Avilés. Asturias.

Hay una pequeña isla alemana llamada Wangerooge, donde el hombre que lleva más de tres décadas trabajando en el faro ha decidido jubilarse. Ante esta vacante han sido 1.200 las solicitudes que han llegado para hacerse con ese puesto de trabajo. El principal motivo, según los expertos en la materia, es la aversión que los ciudadanos están cogiendo a las oficinas, los puestos de trabajo presenciales y los despachos. La gente quiere teletrabajar y está dispuesta a todo por conseguirlo.

La vida de un farero es tranquila, al final vives en el mismo lugar donde trabajas, tienes que estar pendiente de que la señal lumínica funcione correctamente y de tomar nota de las condiciones meteorológicas. Dependiendo del grado de aislamiento del faro, muchos de sus responsables tienen incluso que hacer acopio de comida, cultivar sus propios alimentos y trasladarse con su familia. Para alguien que no quiera estar aguantando el estrés y la presión de un jefe, es ideal.

A raíz de la pandemia es cierto que el teletrabajo se ha potenciado, y muchas cuestiones que antes se abordaban en personal hoy en día se hacen de forma telemática. También muchas empresas pusieron un freno a la posibilidad de estar a distancia dado que detectaron que algunos trabajadores no cumplían en su totalidad con la labor para la que estaban contratados. Ahora bien, lo que sí que parece que se ha quedado en la mente de muchas personas es que difícilmente conciben una vida laboral totalmente presencial y que buscan empleos donde al menos una parte de la jornada o algunos días de la semana puedan no acudir a la empresa. Habrá que buscar faros en España donde quede algún hueco libre.

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