Cárceles para móviles, retiros sin cobertura, desinstalar 'apps'… así sobrevive la sociedad a la ansiedad por sobreconexión digital

Ilustración sobre los nuevos métodos para hacer desconexión digital.
Ilustración sobre los nuevos métodos para hacer desconexión digital.
HENAR DE PEDRO
Ilustración sobre los nuevos métodos para hacer desconexión digital.

El teléfono móvil se ha convertido en los últimos años en una extensión del brazo de la mayoría de personas. Este exceso en su uso, tal y como explica la psicóloga Jessica Prado a 20minutos, provoca consecuencias negativas en la mayoría de usuarios como irritabilidad, mala calidad del sueño o fatiga mental y disminución del rendimiento. A raíz de esto, han surgido distintos métodos para intentar frenar este abuso. Uno de los más originales son las cárceles para móviles, a la venta en Amazon. Estos dispositivos, que como su propio nombre indica son jaulas en las que introducir el móvil para evitar la tentación de cogerlo, cuestan entre 10 y 20 euros y se ven sobre todo en bibliotecas o lugares de estudio. Su funcionamiento es sencillo, pues cuentan con un temporizador que bloquea y retiene el smartphone dentro de la 'prisión' el tiempo que queramos.

De hecho, aunque pueda parecer que sólo una minoría necesita de estos métodos, el sector de la población que está sufriendo los perjuicios por la sobreconexión digital no es pequeño. Según un estudio en el que participa la Universidad Complutense de Madrid (UCM), alrededor del 15,4% de los españoles mantienen un uso del teléfono móvil muy elevado con riesgo de padecer complicaciones, pero un 5,1% ya se considera problemático o adicto. Prado asegura que los dispositivos son útiles, pero su empleo en exceso provoca daños, tanto por abusar de ellos, como por la utilización que los demás se piensan que se debería hacer de ellos. Referido a las redes sociales, la especialista resalta el peligro que supone la comparación constante con la "mejor versión" que los usuarios muestran y la frustración que esto conlleva. Por otro lado, destaca la ansiedad que genera que la gente espere una conexión y disponibilidad permanente, ya que esto afecta a las personas con poca "capacidad de desconectar". 

"Hay personas que son capaces de salir de su trabajo, no coger el teléfono a su jefe y hay otras personas que no son capaces de hacerlo. Al segundo grupo de personas le va a generar mucha más ansiedad esta expectativa de disponibilidad que al primer grupo", continúa. Aun así, la especialista cree que cada vez la población está más concienciada y por eso nacen estas iniciativas de "desintoxicación". Es el caso de Lidia, que va de viaje a un lugar sin cobertura tres meses al año; también el de Natalia, que utiliza una aplicación que riega árboles para evitar la desconcentración y el de Javier, que se desinstaló Instagram para perder menos tiempo de su vida fijándose en la de los demás. 

Una cárcel para móvil con temporizador a la venta en Amazon.
Una cárcel para móvil con temporizador a la venta en Amazon.
Amazon

Tres retiros anuales para reencontrarse

Lidia, valenciana de 25 años, cuenta a 20minutos que hace dos años alcanzó niveles de ansiedad que jamás le desearía a nadie. La joven es autónoma y el centro de operaciones de su empresa de zapatos es ella y su teléfono. Por ello, pasa 24 horas al día conectada y alerta. En diciembre de 2022 el estrés que tenía comenzó a transformarse en síntomas incapacitantes: taquicardias por las noches, parálisis del sueño, tics en los ojos… Por ello, decidió que algo tenía que cambiar.

Un sábado, en un encuentro con sus amigas, una de ellas le propuso de "medio broma" que se fuese de retiro espiritual y le pareció muy buena idea. Esa misma noche buscó opciones y agendó una escapada de una semana sin cobertura a una masía de Benimaclet. "Destino ideal para reencontrarte solo o en familia" recuerda que aseguraba el anuncio del gestor de alojamientos, y así fue. 

La valenciana experimentó una terrible preocupación durante las primeras horas y que incluso intentó buscar conexión dando un paseo "sin éxito" por la zona. Viendo frustradas las posibilidades de conseguir señal, decidió apagar el móvil y pasó los seis días siguientes leyendo, cocinando, durmiendo y meditando como "hacía años" que no podía. Dos años después, este tipo de retiros se han convertido en un imprescindible para Lidia y cada cuatro meses lleva a cabo uno. "Lo necesito para vivir, cuando ya se van acercando los tres meses y medio, ya noto que debo irme", concluye. 

Regar árboles para favorecer la concentración

Natalia se descargó Forest, una aplicación que te ayuda a dejar el móvil para concentrarte y, a cambio, planta un árbol que riega con el agua que acumulas cuanto más tiempo pases desconectado. Empezó a utilizar esta app porque no conseguía poner el foco en los estudios y esto le provocaba "estrés, frustración y un bucle de negatividad". "Al principio intentaba ponerme metas de tiempo o cantidad de temario estudiado para poder volver a usar el móvil, pero esto dejó de ser fructífero", asegura.

Además, cuenta que le ha sido muy útil porque ha conseguido desarrollar un hábito de concentración que había perdido por emplear demasiado el smartphone. De hecho, Jessica Prado confirma que el problema que plantea Natalia es muy "frecuente y real". "Hay que tener en cuenta que los teléfonos móviles reciben constantemente notificaciones que interrumpen la concentración y generan estrés porque te das cuenta que estás siendo menos productivo, ves que vas más despacio, no sabes dónde se te va el tiempo, pero eres consciente de que se te va constantemente", continúa.

Desinstalarse Instagram para "perder menos tiempo"

Javier, maestro y estudiante de oposiciones, decidió borrar Instagram de su teléfono porque perdía mucho tiempo y le creaba "un malestar y una sobreestimulación constante". Después de más de un año desde entonces, confiesa que no siempre ha sido fácil mantenerse firme en la decisión. La primera vez que eliminó la red social estuvo entre cuatro y cinco meses sin consultarla, pero, pasado este tiempo, comenzó a recaer. "No la tenía instalada, pero entraba a consultarla desde el ordenador por curiosidad de cómo estaba siendo la vida de los demás. Creo que estamos enganchados a enterarnos de todo y la forma más fácile de hacerlo son las redes sociales", explica.

Cuando se lo desinstaló sintió "un alivio inmediato" por lo que estaba bastante seguro de que sería una decisión definitiva. Tenía más concentración, empleaba el tiempo en leer o en hacer cosas más productivas que "estar una tarde entera en el sofá haciendo scroll infinito". Sin embargo, más allá de las breves consultas y recaídas, Javier se muestra reticente a volverse a descargar la app definitivamente y, si lo hace, será cuando considere que está lo suficientemente "centrado" para no entrar compulsivamente y no sentirse "ansioso o estresado" por hacerlo. 

La última vez que decidió cortar de raíz la utilización de la red social fue hace más de dos semanas y cree que este "retiro" va a alargarse en el tiempo porque esta vez ha ido "dejándolo" progresivamente. "Esto es como una adicción más, pero yo creo que acabaré saliendo del bucle. Al fin y al cabo, cuando te das cuenta del malestar que te crea, lo único que buscas es sentirte mejor. Nos da demasiado miedo perdernos noticias o quedarnos atrasados al resto y por eso nos da igual excedernos del uso recomendado. Lo verdaderamente importante tendría que ser nuestra propia vida y bienestar, así que en ello estoy, para eso hago esto", concluye. 

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