Juan Carlos Blanco Periodista y consultor de comunicación
OPINIÓN

Ahora todos quieren ser el poli malo de la política

Tres momentos de la segunda jornada de la investidura de Feijóo: Sánchez llega tarde, el líder del PP sonríe durante la intervención de Aitor Esteban y el portavoz del PNV gesticula en respuesta a Feijóo.
Tres momentos de la segunda jornada de la investidura de Feijóo: Sánchez llega tarde, el líder del PP sonríe durante la intervención de Aitor Esteban y el portavoz del PNV gesticula en respuesta a Feijóo.
20minutos
Tres momentos de la segunda jornada de la investidura de Feijóo: Sánchez llega tarde, el líder del PP sonríe durante la intervención de Aitor Esteban y el portavoz del PNV gesticula en respuesta a Feijóo.

No hay nada más viejo en política que la estrategia de un partido de blindar al líder dejando que sea su guardia pretoriana la que haga el trabajo sucio de descalificar al rival como si este fuera el primo incompetente de Satán.

El número uno debe encarnar la esperanza, el cambio y la confianza en un futuro mejor y alguien de entre los suyos debe ejercer de señor Lobo dispuesto a destrozar a quien haga falta para dejar el camino expedito al jefe sin que este tenga que ensuciarse las manos.

Forma parte del guion tradicional de la discusión política y lo aceptamos como parte del juego del poder, como una escenificación que nos permite confrontar las distintas opciones políticas que se enfrentan en las urnas, en los parlamentos, en los medios y en las redes sociales.

Pero, en España, esta estrategia de poli bueno y poli malo se ha quedado atrás. Ahora todos quieren ser como el poli malo. Ahora todos ejercen de sicarios del adversario, dispuestos a tirarse de cabeza al barro más tóxico y ejerciendo de lanzadores de bulos, insidias e insultos como si no hubiera un mañana.

Ahora todos ejercen de lanzadores de bulos, insidias e insultos como si no hubiera un mañana

Lo mismo tenemos un presidente del Gobierno con una delicada relación con la verdad que acusa a todos sus críticos de ser unos fachas que no se merecen ni respirar, que tenemos a un ministro orgulloso de ser el más macarra entre los macarras, a una oposición adicta al tremendismo más bajuno y hasta a algún jefe de gabinete dispuesto a amenazar a unos cuantos periodistas para desviar la atención centrada en el novio de su jefa.

Y todo es tan zafio que nos llevamos la impresión de que nuestros políticos han tirado a Maquiavelo a la basura y han decidido emular al peor Torrente para ofrecernos un espectáculo denigrante en el que el valor de la verdad tiende a cero y en el que se admiten los bulos, las infamias y las medias verdades como animales de compañía.

Mal camino con una peor solución para quienes han decidido que el lenguaje de Twitter sirve para el Congreso de los Diputados y que el fin siempre justifica los medios. ¿Hay alguien capaz de parar esta espiral? Yo no sé ustedes, pero yo lo veo. Y me preocupa.

Mostrar comentarios

Códigos Descuento