La nueva secretaria general del PSPV, Diana Morant, cree en la Providencia. No en la del más allá, sino en la que representa su partido y Pedro Sánchez, al que le debe el cargo y el ministerio. Morant puso de ejemplo su propia biografía como el resultado del éxito de las políticas socialistas. En su opinión, su vida no hubiese sido igual sin el PSOE, partido que ha hecho posible la transformación de España.

Su discurso en el Congreso de Benicàssim siguió la línea del que hizo el nuevo embajador de España ante la OCDE. Ximo Puig pidió unidad para hacer frente a la "contrarreforma" del PP y Vox e impedir "una autopista libre para la barbarie". El expresident reclamó un nuevo pacto con la sociedad valenciana, "que libere instituciones del sectarismo, la parálisis y la ausencia del proyecto para la Comunitat Valenciana".

Últimamente la política se parece a la religión, con sus devociones, catecismos, mártires y mesías; con su lucha entre el bien y el mal. Solo hay que ver cómo presentan a Pedro Sánchez sus compañeros de partido en estos días de Semana Santa: un gran hombre que sufre un particular vía crucis por culpa de la ignominia de las corruptas derechas españolas, fieles seguidoras del negacionismo de Trump y Milei.

Discursos aparte, el Congreso ha demostrado que la Federación Socialista Valenciana ha respetado las cuotas de poder. La habilidad de Santos Cerdán y Diana Morant, y la voluntad de Alejandro Soler y Carlos Fernández Bielsa, han hecho posible esta 'pax sanchista'.

Queda por ver si esta estrategia contra el "sectarismo" y la "polarización asimétrica" permite a Sánchez resucitar de nuevo y a Morant recuperar el terreno perdido en la Comunitat. Aunque sea a costa de otro sectarismo, el de los independentistas.