Moscú llora a los 137 muertos mientras el Kremlin evita nombrar al Estado Islámico como autor

Una montaña de flores recuerda a las víctimas del atentado terrorista junto a la sala de conciertos Crocus City Hall.
Una montaña de flores recuerda a las víctimas del atentado terrorista junto a la sala de conciertos Crocus City Hall.
EFE
Una montaña de flores recuerda a las víctimas del atentado terrorista junto a la sala de conciertos Crocus City Hall.

La conmoción y el llanto se han apoderado de la sociedad rusa tras el peor ataque terrorista ocurrido en ese país en las dos últimas décadas, después de la matanza en Beslán, en 2004. Cuatro hombres armados irrumpieron el pasado viernes en la sala de conciertos Crocus City Hall de Krasnogorsk —a las afueras de Moscú—, disparando de forma indiscriminada contra los miles de personas que en ese momento asistían al concierto del grupo de rock Piknik. La matanza ha dejado, al menos, 137 muertos —entre ellos tres niños— y 180 heridos, cifras que han ido en aumento conforme han avanzado las labores de búsqueda y rescate.

En el atentado, reivindicado por Estado Islámico, los terroristas emplearon ametralladoras, una pistola, cuchillos y bombas incendiarias, con las que posteriormente prendieron fuego al recinto, que ha quedado reducido a escombros en su interior. Según los investigadores rusos, la causa de la muerte de los asistentes al concierto son heridas de bala y la asfixia por el humo del incendio provocado por los atacantes.

Por el momento han sido detenidas once personas en relación con la matanza: los cuatro terroristas y siete cómplices, todos ellos extranjeros, alguno con pasaporte de Tayikistán. Los principales sospechosos, que ofrecieron resistencia, fueron detenidos en una carretera de la región de Briansk, fronteriza con Ucrania, según las autoridades rusas. Este domingo, los cuatro responsables del ataque fueron trasladados hasta la sede del Comité de Investigación ruso, en Moscú, a la espera de la decisión judicial sobre su ingreso en prisión preventiva.

El arresto cuando presuntamente se dirigían hacia el país vecino ha sido el dato que ha permitido al presidente ruso, Vladimir Putin, levantar la sospecha de una presunta implicación ucraniana en el atentado terrorista. "Intentaron darse a la fuga y se dirigían a Ucrania, donde, según datos preliminares, les habían preparado una ventana del lado ucraniano para cruzar la frontera", explicó el sábado en un discurso dirigido a la nación.

"Todos los autores, organizadores y los que encargaron este crimen recibirán un merecido e irremediable castigo, sean quienes sean e independientemente de que los hayan enviado", agregó Putin, que prometió vengar a las víctimas.

En la misma línea se han expresado este domingo otras voces del Kremlin, como el subjefe del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvédev. "Vengaremos a todos. Y los implicados, independientemente de su país de origen o su estatus, serán a partir de ahora nuestro objetivo legítimo y principal", escribió el dirigente en Telegram. 

Por su parte, el Gobierno ucraniano ha rechazado cualquier tipo de responsabilidad en el atentado. El presidente, Volodimir Zelenski, denunciaba en su tradicional videodiscurso de los sábados que "Putin y los demás bastardos intentan, por supuesto, echar la culpa a otro". El mandatario ucraniano ha reprochado además al "absoluto don nadie que es Putin" que haya permanecido callado durante un día en lugar de preocuparse por sus ciudadanos.

La portavoz del Consejo de Seguridad de EE UU, Adrienne Watson, ha insistido este domingo en que Ucrania "no tiene nada que ver en absoluto" con el ataque, ya que "no hay pruebas de ello", ha dicho en declaraciones a la cadena de televisión ABC. "El único responsable de este ataque es Estado Islámico (...), ha sido la filial yihadista del Jorasán la responsable de lo que ha ocurrido", ha insistido Watson. También la vicepresidenta estadounidense, Kamala Harris, ha exculpado a Ucrania y ha reiterado que "ISIS-K es en realidad, según todos los indicios, responsable de lo sucedido", ha comentado en referencia a esa rama del grupo terrorista cuya área de operaciones es Afganistán, Pakistán, Rusia o Irán, entre otros países.

La portavoz de Exteriores de Rusia, Maria Zajarova, ha respondido con burla ante la certeza exhibida por Estados Unidos sobre la autoría de la masacre. "Ojalá hubieran podido resolver tan rápidamente el asesinato de su propio presidente Kennedy", comentó en su canal de Telegram.

En cualquier caso, ni Putin, Medvédev o cualquier otra autoridad rusa han mencionado públicamente a Estado Islámico, quien reivindicó abiertamente el atentado e incluso difundió un vídeo de la matanza grabada por los propios terroristas.

Putin también desoyó las advertencias hechas hace pocas semanas por países como EE UU o Reino Unido acerca de la posibilidad de un "ataque terrorista" dirigido contra "grandes aglomeraciones en Moscú". "Todo eso parece un abierto chantaje absoluto y un intento de intimidar y desestabilizar nuestra sociedad", declaró entonces el mandatario ruso.

Este domingo, el país entero ha vivido una jornada de duelo nacional, con las banderas ondeando a media asta en las instituciones estatales y las embajadas rusas en el exterior. También se cancelaron los actos culturales y actividades de ocio en todo el país y se han reforzado las medidas antiterroristas en la capital.

Las inmediaciones de la sala de conciertos, epicentro de la tragedia, se convirtió este fin de semana en un memorial improvisado en el que los rusos depositaron ramos de flores rojas, claveles, peluches y velas en memoria de las víctimas. La escena se ha repetido también en otras ciudades rusas, donde algunas pantallas situadas en carreteras y zonas comerciales han emitido la imagen de unas velas sobre un fondo negro y la fecha del atentado, el 22 de marzo de 2024.

El atentado también ha despertado la solidaridad de los moscovitas, que han acudido en masa a donar sangre para los heridos en el ataque, mientras no han dejado de llorar a los fallecidos.

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