OPINIÓN

La felicidad era ayer

MLG 20-05-2020.-Varias personas disfrutan de la terraza de un bar en el paseo marítimo de Pedregalejo durante la Fase 1 en Málaga.-ÁLEX ZEA.
Varias personas disfrutan de la terraza de un bar en un paseo marítimo.
EP
MLG 20-05-2020.-Varias personas disfrutan de la terraza de un bar en el paseo marítimo de Pedregalejo durante la Fase 1 en Málaga.-ÁLEX ZEA.

Con el primer día de primavera, esa redacción obligada en el colegio durante años, con sus metáforas exaltadas y su enumeración de flores y árboles, llegaba el día dedicado a la felicidad: no nos llega el tiempo para días, para recordatorios, para conmemoraciones y efemérides, y, entre todas ellas, la felicidad queda enterrada o imitada, como una máscara social conveniente o una actitud imprescindible para no derrumbarse entre el miedo, la ansiedad y los presagios constantes de que iremos a peor, de que todo está mal, siempre mal.

Y, sin embargo, recuerdo que los dos aldabonazos que han sacudido mi existencia (la de todos, pero no todos percibimos su importancia de igual manera), el ataque a las Torres Gemelas del 11-S y el anuncio del confinamiento por la pandemia de la Covid-19, me devolvieron de golpe la conciencia de mi propia felicidad, de lo despreocupada, libre, ingenua y feliz que había sido: de cómo un cambio brusco e inevitable, común a quienes me rodeaban, me privaría de aquello que había construido de manera inconsciente, de mis pequeños recreos secretos, de la paz mental, quizás de mis ahorros o de mis seres queridos, de la posibilidad de viajar o de recibir en la cara los rayos del sol de primavera, o de otoño. Entendí, de pronto, que era feliz y no entendía que lo era.

Creí haber aprendido, pero han llegado otros zarpazos: la enfermedad, la Gran Recesión, la herida de las muertes, las brechas por las que nos desangramos, y a cada una de ellas descubro que no aprendo. Agradezco, en lo posible, lo que tengo, lo que vivo, pero me aferro a cada hebra que me permite rehacer el pasado, como si con un pespunte bien pasado remediara el tejido original.

Camino siempre a destiempo, un paso por detrás de lo que vivo, y entiendo, siempre tarde, que el día en el que celebrábamos, sin saberlo, la felicidad, era ayer.

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