Desde que gobiernan PP y Vox asistimos con perplejidad a ciertas decisiones adoptadas en les Corts Valencianes que se enmarcan en el concepto de autoodio, desde su definición sociológica. Es decir, en el rechazo a la identidad propia en contextos de conflicto cultural, de género, étnico o de nacionalidad para identificarse con grupos dominantes.

Asistimos con preocupación y rabia al enfoque que dan las derechas a nuestra cultura queriendo arrancarnos de cuajo la historia.

La negativa a celebrar el centenario del poeta valenciano Vicent Andrés Estellés, gran referente de nuestra cultura propia. La supresión del galardón dedicado a Guillem Agulló, asesinado en 1993 por un grupo de neonazis, que se concedía desde 2016 con la unanimidad de todos los grupos parlamentarios, incluido el PP, para reconocer a aquellas personas o entidades que habían destacado por su lucha contra la intolerancia, la xenofobia o el odio.

La supresión de las distinciones que se venían entregando en el Día Internacional de la Mujer a aquellas mujeres que hubieran destacado en diferentes ámbitos y profesiones por su aportación por la igualdad entre hombres y mujeres, otorgando de manera sectaria un solo premio bajo sus criterios.

Vimos con vergüenza el espectáculo casposo, que ni siquiera merece el calificativo de berlanguiano, que dieron los concejales de Vox en el Gobierno municipal de Valencia al pasear acompañados de una persona vestida de torero y cantando el «Viva España» para celebrar que se había roto la unanimidad en el Ayuntamiento de Valencia y, por primera vez, no aprobaba una declaración institucional el Día de la Dona.

Todo con la complicidad del PP de Mazón, Catalá y Feijóo. El PP calla, otorga y mira hacia otro lado, pero muchos seguiremos dando la batalla.