Ha recibido el Premio Avanzadoras en la categoría Emprendedora de Impacto. ¿Qué representa este galardón para usted?Recibir este premio me llena de energía y de ilusión para continuar trabajando. Estoy super contenta, para mí es un privilegio recibirlo. Pero también hay que agradecer a todo el equipo que está detrás. El premio lo recibe una persona, pero detrás de ella hay un gran equipo de profesionales.

¿Cómo nació la Fundación Espigoladors?Esta entidad sin ánimo de lucro nació en el año 2014 para dar respuesta a tres necesidades sociales que se habían incrementado a raíz de la crisis económica y financiera de 2008. Queríamos crear un modelo que conectara: las pérdidas y el desperdicio alimentario, la falta de acceso a una alimentación saludable para personas en situación de vulnerabilidad y las altas tasas de paro. A partir de aquí se creó un modelo transversal que trabaja a lo largo de toda la cadena alimentaria, desde el campo hasta el plato. Trabajamos para el aprovechamiento alimentario, para fomentar el derecho a una alimentación saludable y para la generación de oportunidades laborales para personas vulnerables.

¿Siempre quiso desarrollar esta iniciativa?Yo soy diplomada en Ciencias Empresariales y también soy educadora social. He trabajado en el sector privado, en el público y en el social. Pero, siempre me rondaba la idea de crear un modelo que tuviera un impacto empresarial y social. Mis antepasados pertenecían al sector primario y eso me ha hecho querer la tierra y los alimentos. Además, de pequeña siempre me decían: "La comida no se tira, Mireia". Entonces, tras detectar esas necesidades y mirar iniciativas de otros países se creó el modelo.

Su labor se centra en el espigueo, ¿en qué consiste esta actividad?Es una actividad milenaria que se había perdido y que logramos recuperar. Antiguamente los niños y las mujeres pedían permiso al terrateniente para entrar a su campo a buscar los alimentos que habían quedado después de la cosecha. Los recogían, se los llevaban a casa y los transformaban en otros alimentos. A partir de aquí recuperamos la actividad de estas espigadoras para dignificar una situación que comenzó a raíz de la crisis económica. En el 2008 había personas en las urbes que recogían alimentos de los contenedores, eran espigadores urbanos y, a diferencia de las mujeres [en la antigüedad], habían perdido la autoestima y la dignidad.

¿Tienen convenios con agricultores locales?Así es. Ellos nos avisan cuando tienen pérdidas de desperdicio alimentario y nosotros, con grupos de personas voluntarias, vamos al campo a recuperar estos alimentos que no entran dentro del circuito comercial porque son feos, porque hay caídas de precios, porque son imperfectos. Después los canalizamos a puntos de distribución gratuita de alimentos para fomentar una alimentación saludable para todas las personas. Esa es la primera parte de trabajo.

¿Cuáles son las otras?La segunda es que desarrollamos proyectos de sensibilización y concienciación en el sector educativo. Y la tercera es un obrador, una cocina central donde elaboramos productos alimentarios como conservas, mermeladas, cremas, patés vegetales, salsas y compotas con estos productos que no entran dentro del circuito comercial. Se comercializa bajo la marca es im-perfect, dando trabajo a personas en situación de vulnerabilidad. Al año elaboramos entre 350.000 y 400.000 conservas.

¿Cómo se comercializan estos productos alimentarios?Los comercializamos en distintas tiendas de toda Cataluña, pero también tenemos un punto de distribución en Madrid y otro en Valencia. Vendemos en aproximadamente unos 900 puntos de venta, pero estos no son propios. Además, hacemos proyectos a medida para las empresas, debido a que estas cada vez buscan más comprar productos sostenibles. También incorporamos nuestros productos en cestas de Navidad.

¿Se trata de una iniciativa completamente nueva en nuestro país?Sí, este modelo es pionero aquí en España. Es muy transversal porque trabajamos desde el campo hasta el plato. También trabajamos realizando planes de prevención para las pérdidas del desperdicio alimentario para las empresas y tenemos el obrador. Además, hacemos mucha incidencia política para cambiar las leyes y labor de investigación para cuantificar las pérdidas. Este modelo es único, no existe uno que trabaje a lo largo de toda la cadena alimentaria.

¿Este modelo ya se ha replicado en otras partes el país?Se hizo una réplica hace un par de años en el Valle de Yerri, en Navarra, donde empezaron por la fase de espigamiento y luego continuaron con el obrador. Uno de nuestros objetivos es replicar el modelo en España y también en otros países, porque al final el modelo da respuesta a necesidades que pasan en cualquier ciudad del mundo. Hay gente que no come de manera saludable y hay altas tasas de paro. Por tanto, proponemos un modelo de réplica adaptado a cada territorio con la elaboración de productos que sean adecuados a la gastronomía de cada país.

¿Cuál es el perfil de las personas que recolectan las frutas y verduras?Las personas que recolectan son voluntarias. Vienen personas jubiladas, en paro, profesionales de empresas para hacer actividades de team building y jóvenes escolares que estén trabajando con temas de medio ambiente. También vienen personas usuarias de puntos de distribución gratuita de alimentos. Tenemos inscritas en la bolsa de voluntariado a más de 3.300 personas para espigar en los campos y en 2023, un total de 3.496 personas participaron en los espigueos. De ellas, el 70% son mujeres. Todos llevan un peto de color verde para poder ser identificados.

Su fundación ha tenido un papel importante en el proceso de elaboración de una ley de prevención de pérdidas y de despilfarro alimentario en Cataluña, ¿qué se consiguió con esto?Se consiguió que el espigamiento estuviera regulado en su reglamento por primera vez en Europa. Y me atrevería a decir que también en el mundo. Además, permitió visibilizar al agricultor local y acercar al campo a la gente de la cuidad, porque pretendemos generar un cambio de comportamiento en el consumidor final. En la actualidad hay una propuesta de ley en el Congreso donde nos hemos unido con otras organizaciones de España bajo el nombre de colectivo #LeySinDesperdicio. Estamos trabajando para poder incidir en que esta futura ley que se está creando para la prevención y reducción de pérdidas del desperdicio alimentario sea una ley más verde y más ambiciosa que dé respuesta a unas necesidades para reducir el desperdicio.

¿Cuál es el mayor reto al que se ha enfrentado?El 31 de marzo cumplimos diez años de aventura y superación y hemos tenido retos de todos los colores. De hecho, ahora mismo nos estamos enfrentando a uno nuevo, porque estamos escalamos el modelo a un nuevo centro de producción tres veces más grande. 

¿Alguna vez le dijeron que no lograría sus objetivos?Al principio hubo gente que nos dijo que el proyecto era demasiado ambicioso y que sería muy complicado de lograr. Pero muchos también nos dijeron que sí. Yo creo que siempre es bueno escuchar todas las opiniones, pero si realmente el modelo es coherente y se sostiene eso te hace pensar que sí se podrá lograr.

¿La fundación seguirá expandiéndose por el país?Tenemos presencia en las cuatro provincias catalanas, además de una persona en Madrid y otra en Andalucía. Estamos haciendo proyectos a nivel estatal y europeos en materia de investigación y estableciendo metodologías de cuantificación de las pérdidas. El modelo ya se está expandiendo. Somos un referente en Cataluña, España y Europa. En la actualidad la mayoría de los proyectos se llevan a cabo en Cataluña, pero tenemos el objetivo de poder expandir el modelo dentro y fuera de España. Sin embargo, yo siempre digo que la fundación tiene que tener el objetivo de desaparecer en un futuro porque así habremos conseguido acabar con las necesidades que nos hicieron empezar. Pero primero debemos crecer e impactar para dar respuesta y desaparecer.

¿Cómo es el día a día de Mireira?Es muy intenso y activo, pero la verdad es que me apasiona lo que hago. Cambié mi rumbo profesional para impulsar Espigoladors y es im-perfect y estoy encantada, soy feliz. Se trata de un trabajo muy coherente con mi manera de ser y con mi forma de ver la vida. A veces por el camino pierdes condiciones económicas, pero también pienso que hay otras cosas que debemos valorar cuando estamos trabajando. Yo siempre le digo a las personas del equipo de Espigoladors que aquí trabajamos con humildad y respeto. Somos profesionales y disfrutamos lo que hacemos.

¿Cuál es su mayor sueño?Profesionalmente, mi mayor sueño es hacer un cambio sistémico, impactar con nuestras acciones a nivel global empezando con lo local. Soy una ilusionista, una soñadora, pero con los pies en el suelo y creo que eso es importante. Nos medimos retos que son globales pero alcanzables y con una visión muy clara. Estamos creciendo, hemos escalado el modelo, pero de manera muy natural. Somos personas muy trabajadoras, humildes y picapiedras que trabajamos por hacer las cosas bien.