La vida es eso que pasa entre amnistías, Gazas y Koldos. Y el arte, a pesar de la dificultad política, esta semana se abre paso en nuestras vidas. Cinco días en los que tienen lugar ferias como la conocida ARCO o la consolidada JustMad. Según Nietzsche, el arte tiene más valor que la supuesta verdad. Y teniendo en cuenta que lo de hoy es posverdad y todo es líquido, como dice Bauman, o directamente mentira, les recomiendo el arte. El que habla de nuestra realidad, como el trabajo de la artista Mónica Mayer sobre la maternidad, cuando Ana Peleteiro acaba de conseguir el bronce a los pocos meses de dar a luz. O la obra de Eugenio Merino, Monumento a la corrupción, en la que critica lo podrido de nuestras instituciones, en una semana en la que Koldo lo koldoniza todo.

Vean los grafitis de Banksy denunciando el genocidio en Gaza, cuando somos testigos de matanzas diarias. Las performances de Ana Mendieta, víctima ella misma de violencia de género, una lacra que crece cada día. Los brutales cuadros de los abortos de Frida Kahlo, en una semana en que Francia lo blinda como derecho constitucional. La obra de Tàpies, hijo de nacionalista catalán, que plasmó las tensiones políticas, en un día crucial para la amnistía. O las fotografías de Pilar Aymerich, de activistas feministas en los 70, con el 8-M a la vuelta de la esquina. Lean el proyecto de Núria Güell sobre la prostitución, en un tiempo en el que las tramas de corrupción siguen fraguándose en puticlubs. 

Consuman arte porque entenderán la realidad. Proust decía que el arte recrea la realidad, también escribió En busca del tiempo perdido. Por eso les digo, no pierdan más el tiempo con la realidad, cuando todavía nos queda el arte.