OPINIÓN

No me gusta la fruta

Isabel Diaz Ayuso durante el anuncio de los nominados a los premios Laureus en la Casa de Correos.
Isabel Diaz Ayuso durante el anuncio de los nominados a los premios Laureus en la Casa de Correos.
Europa Press
Isabel Diaz Ayuso durante el anuncio de los nominados a los premios Laureus en la Casa de Correos.

Mi hijo está en plena fase caca-culo-pedo-pis. Ha descubierto que son palabras mágicas con las que provoca, así que las suelta en cuanto puede. Lo típico de la edad. También es típico que si una vecina en el ascensor le dice "qué guapo y qué mayor", el niño salga con un "¡Hola cacafuti!". Total, que su madre y yo estamos intentando que suba siempre por las escaleras. Y también que aprenda que hay palabras que son insultos y no hay que soltarlas a la ligera.

El caso es que esa misma chapa podríamos dársela a nuestros políticos. A estas alturas de la película, todos sabemos que si alguien te dice que le gusta la fruta te está llamando de todo menos bonito. El cambio semántico se lo debemos a Díaz Ayuso, cuando igual se le escapó un "hijo de puta" al escuchar a Pedro Sánchez recordando el asunto de su hermano y las mascarillas. La presidenta de la Comunidad de Madrid salió con que lo que realmente había dicho era que le gustaba la fruta. El asunto acabó en meme, camisetas con el lema y con Ayuso felicitándose por ayudar a la agricultura española. Desde entonces, parece que hay barra libre de fruta entre nuestros políticos.

Almeida demostró su amistad con Ayuso compartiendo en redes un vídeo de la polémica con un significativo "Me too". Feijóo también se sumó al chiste regalando a los afiliados cestas de fruta por Navidad. Y hasta el PSOE se ha unido a la moda a través de Óscar Puente, ese miembro del Gobierno de Sánchez que por sus formas parece ministro de Guerra. Saca la artillería en Twitter, en donde se defiende de las críticas por su gestión señalando "a todos los que les gusta la fruta", aunque intentó justificarse recordando la peineta en el Congreso de Mañueco, otro que tal baila.

Y es que lo del insulto político no es nuevo, que hay quien dice que Rivera llamó capullo a Pablo Iglesias. También Rufián se ganó un imbécil, por guiñar un ojo a una diputada del PP. Lo novedoso es lo de la fruta, que parece que por tirar de perfidia solapada la cosa es menos grave. No leo a tantos por redes diciendo que esto de que a nuestros políticos les gusten muchísimo las manzanas y las peras sea un problema. Incluso he hablado con colegas que defienden las (malas) formas...

El cambio semántico se lo debemos a Díaz Ayuso, cuando igual se le escapó un "hijo de puta" al escuchar a Pedro Sánchez recordando el asunto de su hermano y las mascarillas

En política el insulto nunca está permitido. Vamos, jamás de los jamases. Es una esfera en la que el debate y el respeto deben ser siempre los protagonistas. Elegimos diputados, alcaldes y presidentes de comunidades para que nos representen con palabras, no tirándose fruta. Con ese comportamiento vergonzoso el mensaje que mandan a la sociedad que representan es que las diferencias se resuelven con insultos. Señorías, que esos se aprenden a controlar a los tres años que tiene mi hijo… Si quieren mostrar su gusto por la fruta háganlo con la del frutero de su casa. Y si no se les pasa la gusa, quédense allí. Que se les olvida rápido que la fruta del trabajo se la estamos pagando entre todos.

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