• Ofrecido por:

Marta es CODA, hija oyente de padres sordos: "Espabilas antes porque tienes que ayudarles, pero siempre he estado cubierta de cariño"

Marta Toboso es CODA: hija oyente de padres sordos.
Marta Toboso es CODA: hija oyente de padres sordos.
Cedida por Marta Toboso
Marta Toboso es CODA: hija oyente de padres sordos.

Marta Toboso tiene 27 años y es CODA, las siglas en inglés de Child of Deaf Adults: hija de padres sordos. Pero no una hija cualquiera: hija oyente de padres sordos. Para ella su lengua materna es la lengua de signos y también la lengua hablada. “No recuerdo ni cuándo ni cómo las aprendí”, dice. “Es como el niño que aprende de pequeño dos idiomas a la vez. Pasaba muchos fines de semana en la asociación de sordos de mi madre y allí la mayoría de niños eran sordos y yo me sentía totalmente mimetizada con ellos. He estado unida a gente sorda y oyente porque también pasaba tiempo con mis abuelos, tíos, primos que no son sordos”.

Los padres de Marta no oyen absolutamente nada, ella se comunica con los dos en lengua de signos. “Mis padres nunca han ejercido un rol de víctima. En mi núcleo familiar la perspectiva es la de esto es lo que hay, es un proceso de adaptación diario”, explica. “Yo tampoco he ejercido un rol de víctima, no me gusta. Los protagonistas son ellos. Todo esto forma parte de mi realidad pero no la compone. Ni me avergüenzo ni oculto mi realidad”.

Los padres de Marta se hacen acompañar cuando lo necesitan por una intérprete, pero no siempre. En la relación de sus padres con el mundo Marta juega un papel clave. “Ellos tienen un dique comunicativo enorme y cuando se trata de temas burocráticos, de médicos, de bancos hay veces que tienes que exponer tu intimidad y ellos no siempre quieren compartir esa intimidad con una tercera persona –intérprete–, por eso recurren a mí”.

Las personas sordas tienen más dificultad que los oyentes con la lectoescritura. “Funciona de forma totalmente distinta, para ellos es más complicado. Así que si para mí es difícil un papel de Hacienda, para ellos mucho más”.

Las dificultades en la lectoescritura se hicieron notar también cuando Marta estudiaba. Allí veía la diferencia entre su familia y las de sus amigas. Cuando ellas tenían dudas con los deberes preguntaban a sus padres. “Yo recurría a los profesores o a mis amigas. Creo que en este tipo de ámbitos todos los CODA lo notamos”.

Los padres de Marta.
Los padres de Marta.
Cedida por Marta Toboso

Por todo ello los CODA “desarrollamos un rol muy precoz. Con 16 años yo ya sabía lo que era hacienda, que normalmente a ti te toca más tarde. Espabilas antes porque tienes que ayudar a tus padres. Pero siempre he estado cubierta de mucho cariño por su parte. No es romantizar mi realidad, pero me llevo muy bien con ellos y eso siempre ha funcionado, aunque no supieran ayudarme con la matrícula de la universidad. Me han ayudado mil quinientas veces y además también se buscan la vida, no están recurriendo siempre a mí”.

“Recuerdo que estaba en Cuba con una amiga y nos pasó de todo. Entonces me preguntó ¿Cuándo tienes un problema a quién llamas? Le dije no llamo a nadie, busco la manera de resolverlo. Tengo una autonomía enorme, soy resolutiva al trescientos por cien. Llamo, pregunto, me documento. No me da miedo, de pequeña sí le tenía más miedo a los temas burocráticos, pero ya no. Y ha habido tanta potencia en lo humano con mis padres que la burocracia me la suda”.

“Al final lo anómalo es para ellos, no para mí. Para mí es lo que he vivido, la normalidad. También he vivido con mis tíos y abuelos y esas dos realidades para mí se fusionan”. Sí que ha sentido desazón y frustración en momentos como cuando llegaba un papel muy importante que había que firmar y no lograban entender lo que era. “Pero también la comunidad sorda se ayuda mucho. Te vas enterando de cosas porque es fácil que lo que le esté pasando a mis padres, ya le haya pasado antes a otra persona”.

Cuenta que sus padres nunca la han privado de nada, ha podido salir y entrar lo que ha querido. “Lo que sí he pensado alguna vez es que me hubiera gustado tener esa picardía que tenían mis amigas, pero a mí no me parecía ni moral ni ético hacerlo con mis padres. A mí me han dicho, ¡ah, tus padres son sordos, entonces puedes hacer lo que te dé la gana! Y yo ¿perdona? no entra en mi cabeza aprovecharme”. Ella tiene en el móvil avisar a sus tíos en caso de emergencia y no a sus padres porque no pueden hablar por teléfono, pero sí usan el teléfono de otra manera. A la libertad que sus padres le daban, ella respondía enviándoles mensajes de texto contándoles dónde estaba para que no se preocuparan. Ahí es donde le habría gustado ser alguna vez más pícara como sus amigas. “He vivido siempre lo que he querido pero sin hacer ninguna gamberrada, el punto de desinhibirme mucho más es el que me habría gustado tener”, explica.

Marta se independizó y vive con unas amigas, pero sigue compartiendo espacios y planes con sus padres. “Me encantó ver el mundial de fútbol femenino con mi padre. También nos gusta mucho caminar e ir a restaurantes chinos nos flipa”, dice contenta.

Marta afirma tener muy naturalizada la situación y cree que lo ha hecho desde la serenidad y la madurez. “Se trata de colocar las cosas, que todo esto es un puzle”, explica. Aunque sea consciente de las diferencias con otras familias como que “en mi casa los problemas de los dos –mis padres– siempre son problemas de los tres, pero no me ha pesado. En mis amigas veo que los problemas de los padres se quedan ahí, no llegan a ellas. Pero no se trata de hacer un drama de ello y eso me define bastante. Además, repito, no es mi realidad, los que tiene el movidón social son mis padres”.

“Hemos generado una intimidad muy guay que no es de me aprovecho de ti o como estás tú, escurro el bulto. Es de recurro a ti, se juntan confianza e intimidad. No he vivido esas vidas de otros niños de ser funcionales a edades muy tempranas tipo hacer la compra o cuidar de hermanos, míticos roles adultos de crianza. Lo mío no ha sido así, ha sido más de cara al mundo. Creo que es evidente que no poder comunicarte con fluidez o directamente no poder comunicarte te limita por completo con la sociedad y ahí entra mi papel”.

Siento mucho orgullo y admiración por ellos, creo que lo que se puede catalogar como reto para ellos es su día a día. Lo anómalo para los demás para ellos es una realidad que a mi parecer puede ser superfrustrante y crearte muchos monstruos”, concluye. 

Mostrar comentarios

Códigos Descuento