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Así es el Kea, el único loro alpino que vive en climas fríos: "Son animales muy inteligentes"

Un ejemplar de loro Kea.
Un ejemplar de loro Kea.
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Un ejemplar de loro Kea.

De las más de 400 especies de psitácidas que habitan el planeta, tres de ellos, conocidos como loros de Nueva Zelanda, son los únicos de la familia Strigopoidea, y, por ello, tienen algunas características únicas que los distinguen de los loros verdaderos y las 21 especies de cacatúas conocidas. Se trata de los loros Kaka, los Kakapo y los Kea.

En concreto, el Kea, es la única especie alpina que vive en climas fríos. "Vive en lugares altos y, lo curioso es que su hábitat se restringe a lugares montañosos", explica Roger Valls, cofundador de la asociación Avetropic, cuya misión es salvaguardar el bienestar de las psitácidas que viven en condiciones de cautividad.

"De las dos islas principales que componen Nueva Zelanda, el Kea solo se encuentra en la del sur y, concretamente, en la vertiente oeste, más montañosa", detalla el experto. "Se podría desplazar más al sur, pero ha evolucionado en ese hábitat y se ha especializado tanto en vivir ahí que ha quedado restringido".

De hecho, esta especie de loro vive "entre los 600 metros y los 2000 metros sobre el nivel del mar, soportando perfectamente temperaturas que bordean los 0ºC", agrega Valls. "Lo que sí que hacen es moverse de latitud según la época del año: en verano ocupan zonas más altas y en invierno descienden un poco".

Falsas rapaces

El Kea es una de las especies de loros más grandes que existen, similares a los guacamayos, por ejemplo. "Pesan de promedio un kilo", apunta Valls. "Es de tonalidades marrones verdosas, no muy llamativo a nivel color si lo comparamos con la idea que solemos tener de los loros, tan coloridos".

"Sin embargo, por debajo de las alas, si lo ves volar desde abajo, esconden un color rojo intenso muy llamativo, al igual que la cola si los miras desde arriba", añade el experto en psitácidas. "Por lo demás, si lo ves caminando, puede confundirse con una rapaz pequeña".

Además, otro rasgo que también provoca que podamos confundirlo con una rapaz es el pico, "de tamaño más o menos grande (aunque no muy fuerte), largo y curvado un poco, como un garfio que termina muy finito", especifica. 

En cuanto a las diferencias entre machos y hembras, existen, pero son casi imperceptibles: "Los machos suelen tener el pico un poquito más alargado y las hembras son un poquito más pequeñas en tamaño, aunque no siempre es así, siempre hablamos de promedios", aclara Valls.

Es uno de los pocos loros en los que se ha encontrado que juegan con objetos entre ellos

En cuanto a su carácter, el cofundador de Avetropic encuentra a estos loros "superdivertidos". "Si tú los ves a su bola, entre ellos, es algo muy vistoso de ver ya que son super activos y juguetones, por lo que interactúan mucho entre ellos", explica. "Mientras que hay loros en los que es más raro de ver, en ellos es muy común verles comportamientos naturales".

"Además, es uno de los pocos loros en los que se ha encontrado que juegan con objetos entre ellos", comenta. "Cogen piedras, la tiran al aire y luego le sigue otro haciendo lo mismo, por ejemplo. Son animales muy inteligentes, con un desarrollo cognitivo muy cercano a algunas especies de primates".

De hecho, Valls asegura que al ser tan complejos socialmente, son animales muy "echados para adelante", lo que provoca que en algunas zonas de Nueva Zelanda (como estaciones de esquí próximas a donde ellos habitan) "rompen contenedores de basura e incluso las puertas de los coches". "Si tienes un grupito de Keas cerca te pueden hacer destrozos diarios", advierte.

"En cautividad se les ha visto utilizar herramientas (como palos o piedras) y realizando comportamientos de forrajeo muy elaborados, algo que no todos los loros son capaces de hacer", explica el experto. "Además, se sabe que tienen un repertorio de vocalizaciones super variado, otra prueba más de que son animales socialmente muy desarrollados".

¿Loros carroñeros?

Como decíamos antes, los Kea no suelen ocupar bosques o zonas con mucha vegetación (al contrario que la gran mayoría de los loros), si no que habitan zonas de matorrales bajos. "Los podemos encontrar en el típico paisaje de montaña, donde hay hierba baja o pastizal... Ahí buscan frutitas y bayas", detalla Valls.

"Son omnívoros (no en el sentido de que requieran sí o sí fuentes de alimentación de origen animal), ya que si miramos lo que sería su dieta en libertad, suelen aprovechar los restos de animales muertos", agrega. "Más bien, saben aprovecharlo todo".

El experto en psitácidas explica que los Kea no son loros especialmente granívoros, siendo lo más curioso de su dieta la adquisición de carne o del tuétano de animales que han muerto. "En zonas urbanas van a los cubos de basura y sacan comida de ellos (aunque eso no es natural, claro)", comenta.

Una pareja de loros Kea en la nieve.
Una pareja de loros Kea en la nieve.
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"Por el carácter social y su capacidad de adaptación, son capaces de aprovechar cualquier recurso en su entorno, modificando rápidamente su comportamiento", añade. "Tanto es así que en los años 60 más o menos, había personas que los perseguían para matarlos porque los acusaban de matar al ganado. Años más tarde se ha ido viendo que no es así realmente, aunque sí que pueden atacar a ovejas que estén muy enfermas (enseguida ven una oportunidad y aprender a aprovecharla)".

Por último, otra característica curiosa (y que asemeja de nuevo a los Kea con las rapaces) es que aprovechan las corrientes de aire para moverse más rápido. "De esta forma, recorren distancias muy largas en poco tiempo, algo que complica su seguimiento", comenta Valls.

"Sin embargo, por este motivo no está claro el número de individuos que hay de esta especie: se decía que entre 1000 y 5000, luego que 15000... No se sabe", agrega. "La parte positiva es que es fácil toparse con ellas en sus hábitats".

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